viernes, 10 de diciembre de 2010

Un concierto al que fui.



No es por chicaniar, lo juro. Pero yo creo que soy de los pocos colombianos a los que les gusta el punk-rock que han tenido el privilegio de ver a varias de sus bandas favoritas, las bandas de los 90's. Bueno, puede que las bandas favoritas de uno sean puras bandas locales, que no son (o no eran) malas. Pienso en Código Rojo, en Johnnie All Stars, en Nueveonce y otras banditas de Medellín que le ponían mucho sabor a la movida, aunque fuera en años tardíos. Sin embargo, yo creo que pocos punkrockeros sólo oyen bandas locales. La mayoría de ellos oye el punkrock -que en Medellín se le llama Neopunk y, en Argentina "hardcore melódico"- que se hizo en los 90's, el punkrock que hicieron las bandas adscritas a Epitaph Records, Fat Wreck Chords, Jade Three Productions, Nitro Records, Burning Hearth Records, Lookout Records y, en cierta medida, Victory Records, Ferret Music, y... ¿Cómo es que se llamaba la disquerita esa que editaba los discos de Shelter, Focal Point y Kula Shaker? Bueno, esa. En fin.

No es por chicaniar, lo repito. Pero he tenido la oportunidad de ver en vivo a las siguientes bandas:

NOFX
No use for a name
Lagwagon
Suicide Machines
Bad Religion
Good Riddance
Me first and the gimmie gimmies (Aunque nadie me lo crea, los vi en el Warped Tour en San Francisco, California!)
Pennywise
Pulley
The Ataris
The Bouncing Souls
Offspring
MxPx
The Vandals
Voodoo Glow Skulls
Misfits
Rise Against

Estas bandas obviamente son las más famositas, y por desgracia no todas han ido a Colombia. Vale aclarar que ya van 2 intentos fallidos para que NOFX toque en Colombia, incluso con fecha en Medellín, pero "fuerzas oscuras" y cosas mal hechas han impedido que esto ocurra, dejando a los fanáticos de NOFX, que en la ciudad son muchos, sin poderlos ver ni oír en vivo.
Anoche añadí una banda más a mi lista de bandas favoritas del punkrock: MILLENCOLIN, una banda legendaria, de los 90's, originarios de Örebro, Suecia. Que concierto tan bacano, aunque el sonido fuera muy regular. Y lástima también que les haya dado por venir a estas alturas, después de más de 6 discos. Si les hubiera dado por venir en los 90's, estoy seguro de que llenan un lugar grande.

Era evidente, todos los asistentes tenían más de 25 años, todos viejos ya. Todos conocían a MILLENCOLIN y muchos, como yo, estábamos esperando por ese concierto durante buena parte de nuestras vidas. Ya habían ido a Argentina y a Brasil, pero a México nunca, y vinieron. Tocaron puros éxitos como 15, y sólo 2 canciones del disco nuevo. Son una banda primermundista, se les nota a leguas, más primermundista que las bandas gringas. Tienen "checadores" para guitarras, bajo y batería, uno para cada uno, además de 2 ingenieros de audio y un manager que tira camisetas para que el público se mate por ellas. El concierto lo comenzaron tocando "No cigar" y a la mitad tocaron un temazo, The Ballad, bastante emotivo el asunto. Todo el mundo lo cantó y oí a muchos diciendo que esa era la canción de su vida. Bueno, de mi vida no es que lo sea, pero si me gusta. Es una canción que se solía oír mucho en el bachillerato y en la mediana adolescencia. También tocaron Penguins and Polar Bears, Bullion, Ray, y los demás éxitos esperados. Dijeron estar muy contentos de venir a tocar a México DF por primera vez, pero creo que más contentos quedamos todos los que pudimos verlos. Ahora sí, como dice un amigo que comparte muchos gustos musicales conmigo: todavía nos debemos ver en vivo a Rancid, a Face to Face y a Black Train Jack, y los días que eso ocurra (que no creo, porque las dos últimas ya se disolvieron) entonces podremos morir en paz.

martes, 2 de noviembre de 2010

Biutiful [Película]


Dejando un día para aterrizar -en todo el sentido del término- y aprovechando que hoy 2 de noviembre aquí se celebra el Día de los Muertos, después de haberle llevado unos dulces y unas flores a cada uno de mis muertos favoritos (Pinita, Raquelito y Teobaldito Marx) dejé el Panteón Francés y me fui para cine. La película que me vi, se llama Biutiful, y es el último estreno del director mexicano Alejandro González Iñárritu.
Es un director cuyas películas son bien conocidas por todos (Amores Perros, 21 Gramos, Babel, etc...), y ahora, por lo menos a mi, me sorprendió con esta nueva película cuya historia ocurre en Barcelona. Vale aclarar que la historia no es contada desde tres vertientes que luego se conectan al final, como en las películas anteriores. Es una sola historia.
La película es genial, y geniales también son sus actores: Javier Bardem (mejor actor, Cannes 2010), Maricel Álvarez, (aparece fugazmente Martina García), y otros actores, entre ellos un niño, Guillermo Estrella, que es mera figura. Me sorprendió muchísimo la película y voy a explicar por qué:

Justo hoy, Teresa del Conde, columnista del períodico La Jornada escribió una reseña de la película que poco me convenció y por eso decidí ir a verla. Es la historia de Uxbal, un peninsular (para no decir "español") cualquiera, con líos de plata, de amor y con un cáncer que se lo está devorando. Uxbal trafica con personas, le busca empleo a inmigrantes ilegales, negocia buenas cantidades de euros. Entre esos negocios, los líos con su ex-esposa que se prostituye y tiene recaidas en el alcohol, la educación y el amor para sus dos hijos y los golpes bajos que le propina la enfermedad, transcurre la historia de Uxbal. Es una historia bonita, llena de detalles perfectamente cuidados que pocos directores como González Iñárritu saben cuidar. Es una historia sobre la inmigración, sobre el desespero, sobre la calle y ese bajo mundo de las urbes desarrolladas que es dramático día y noche. Persecuciones, cadáveres, lágrimas, crisis, pero también esperanza y bondad. Los rostros más bipolares del ser humano. Es una reflexión muy sensata sobre la vida y su fragilidad, yo quedé fascinado. Y pensándolo bien tal vez la fascinación en mi radica en que soy extremadamente sensible (o sensiblero) a los temas de la inmigración. No sé, siempre siento más lástima de un inmigrante jodido que de otra persona jodida, me parten la puta alma. Más aún si el inmigrante es un africano de aquellos que ronda por las calles de las ciudades europeas. Irremediablemente me acordé de un amigo, Paul, quien en una patera llegó desde Gambia y ahora vende kleenex en el semáforo de la esquina que hacen la avenida La Paz y la calle Reina de Los Ángeles, en Sevilla, España, y donde quiera que él esté, le deseo mucha suerte.

Una historia ocurrida en Barcelona, una Barcelona completamente opuesta (aunque sin quitarle méritos, claro que no) a la que muestra Woody Allen en VCB, donde también actúa Bardem. A mi me fascinó, y espero repetírmela esta semana apenas tenga tiempo. Se las recomiendo, no se van a arrepentir de ver esta historia de más de 120 minutos de duración.
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Biutiful (México-España), 2010.
Director: Alejandro González Iñárritu
Guión: Alejandro González Iñárritu / Armando Bó / Nicolás Giacobone

jueves, 23 de septiembre de 2010

Les choses sont bizarres (a manera de tema personal)...


Pocas cosas en el mundo no son una convención, entre ellas, el Tiempo.
Sí, el Tiempo con mayúscula -no el periódico ese-, el Tiempo del que habló Cipolla y que preocupó tanto a Agustín de Hipona.
Ya quisiera yo tener a la mano todas esas consideraciones filosóficas que han girado en torno al tiempo. Las filosóficas y las de corte científico, esas que hablan sobre las contracciones del Tiempo, la elasticidad del Tiempo, su expansión. Ya quisiera yo saber de todo eso.

Para mí siempre será un misterio el porqué el tiempo se contrae cuando uno ha vivido feliz. -San Fernando dice que uno debe ser feliz sin darse cuenta-. Todo pasa con una rapidez absurda cuando uno está feliz, cuando está alegre. Las mejores fiestas, los mejores conciertos, las mejores noches de pasión y los mejores parches con los amigos se acaban rapidísimo. ¿Porqué?, ¿porqué eso no dura como uno quisiera? ¿porqué esa brevedad?. Yo creo que si uno fuera feliz en la cárcel estar encerrado no sería tan maluco porque el tiempo se iría rapidísimo. Pero uno aburrido, comiendo mal, viendo las mismas caras, los mismos espacios, ahí si que el tiempo debe expandirse y que uno debe empezar a maldecir.

Los últimos cinco años de mi vida, se me han ido volando, pero volando en concorde, rapidísimo, como el corazón de un colibrí. Sin duda es que lo he pasado muy bien, creo que he sido muy feliz y que he conocido y aprendido muchas cosas y mucha gente queridísima. Pero dice el viejo dicho que no hay día que no llegue, ni plazo que no se cumpla.

Desde los primeros días de septiembre apenas vengo masticando un bocado difícil de tragar. Difícil porque es algo que partirá mi vida, no una nueva página, más bien un nuevo acápite, en ese libro que termina siendo la vida de cada uno. Llegó la hora de decirle adios al país en donde vivo. Adios a la universidad, adios a mi colonia, adios a mi delegación, adios a mis amigos, adios al Defectuoso (como cariñosamente se le llama a México DF). Me voy de aquí.

El asunto es que participé en una convocatoria pública de méritos en Medellín y me la gané. Voy a ser profesor de Historia Colonial de América Latina en el departamento de Historia de la Universidad de Antioquia. Por eso volveré a Medellín.

Eso del regreso (que ya está absolutamente decidido) me tuvo pensando y pensando mucho, ustedes son testigos, por eso la encuesta que les hice. Yo honestamente no tenía esto dentro de mis planes del futuro cercano, todo fue muy rápido y yo juraba y recontrajuraba que no iba a pasar esa convocatoria porque había muchos candidatos de muchísima más experiencia que yo y mayores, gente entre los 35 y los 40. Pero pasé, saqué el puntaje más alto de todos. Pero les juro que yo juraba que no, que eso no era para mi, que mi proceso había sido muy regular, que la otra gente lo iba a hacer mucho mejor que yo. Por eso me quedé tan estupefacto con la noticia y por eso no he podido terminar de digerir el bocado. Ahora me llaman de la universidad y preguntan si se encuentra "el profesor" Sebastián Gómez...

Pero vuelvo a lo del regreso. Cuando me dijeron que yo había sido el que había clasificado me dieron nauseas. Yo no sabía que hacer, se me pasó todo por la cabeza. Es que cinco años, son cinco años. Uno se mete unas apegadas absurdas a los lugares a donde llega a vivir. ¡Pero claró!, ¿cómo no?. Si yo en México soy como Juanito Alimaña, que: "nunca ha trabajado y siempre anda bien bonito". Lo de "bonito", es por decir, no me paren bolas. He tenido una beca durante 60 meses, y una beca buena, que me sobra hasta pa' los chicles. Es decir, yo aquí sólo estudio y voy a fiestas y a conciertos. Así vivo yo. ¿Y quién no se apega a esa vida y al país que le ha dado eso?. Yo me apegué, me encariñé, me quedó gustando. Pero le dije todo eso a mi tutora de la tesis y me dijo: sí, estoy de acuerdo contigo, pero no te puedes quedar siendo estudiante toda la vida. Y eso me dejó pensando más y más. Y ella tiene razón. Está bien. Yo podría quedarme en México que es el país que yo más quiero en el mundo. Pero ¿cuándo se acabe la beca qué hago?. Buscar trabajo, no puedo. No tengo papeles para trabajar. El nivel de competencia aquí a nivel doctoral es 7 veces peor que en Colombia. Y uno como extranjero, de que lo contratan, lo contratan, pero es como buscar trabajo de obrero sin tener brazos. Es un poco difícil la situación, más aún cuando uno está desempleado, cualquier país, por maravilloso que sea se debe convertir en el infierno. Además, está el temita aquel, el de la edad. Que mire, que yo ya no soy un cagón, dice mi santa madre.

Y bueno, se ha pasado rapidísimo todo esto. No puedo dejar de sentirme un poco triste cuando lo pienso, porque voy a dejar aquí unos años desproporcionadamente fantásticos que son lo mejor que el destino me ha dado. Pero también, me alegro porque voy a empezar de nuevo, porque voy a empezar de cero. Porque si bien voy a volver a mi ciudad, va a ser distinto. (extrapolándome con San Fernando, ni Medellín ni yo seremos los mismos) Voy a ser independiente, voy a tener un salario digno, voy a trabajar en algo que me gusta, voy a vivir en Medellín bajo otras circunstancias, y eso me parece chimba. Porque peye sería volver a la vida de antes, que no fue para nada aburrida, pero que para mi sería algo "contraevolutivo". Estoy feliz por eso, y por volver a ver a mis amigos y a conocer a unos nuevos.

Todo ha ocurrido muy rápido, una rapidez que yo no esperaba. Esta vida mía ha dado un giro extraño. Ahora estoy a la espera de que me digan cuando tengo que estar allá, y parece que será pronto, muy pronto. Y sí, enfrentaré esta nueva vida con mucha alegría porque al fin y al cabo, es la que yo escogí. Y cuando esté viviendo solo, en algún apartamento, les prometo que haré una fiesta. Habrá fondiú, vinotinto y tertulias literarias temáticas: empezaremos por Paul Auster y "la emergencia del individuo en las urbes de la East Coast" después habrá sesión de DJ's y seguiremos con tragos más fuertes. Lo prometo.

Y eso sí, espero que todos vayan.

(Y de nuevo perdón por lo catártico que suela ser en este Bló)

sábado, 18 de septiembre de 2010

¿Qué hora es?, ¿qué hora es? La hora de los Ninis!


Tengo la fortuna de que uno de mis mejores amigos sea un Nini. Se llama Arnulfo*, tiene 28 años, es diseñador gráfico, y a pesar de que sus días de juventud ya han quedado bien atrás, hoy Arnulfo es un Nini. Ni estudia, Ni trabaja, y agregaría yo, empíricamente, Ni le interesa seguir estudiando Ni le interesa conseguir trabajo.

Me cae muy bien y jamás pienso reprocharle su status, primero, porque fue su decisión, y segundo porque me da un poquito de envidia el no tener la vida que él tiene. Arnulfo es la materialización de un problema social enorme que aqueja al mundo en nuestros días. El capitalismo, que por antonomasia no genera empleo, se ha encargado de engatusar a la gente con el ofrecimiento de servicios, entre ellos, la educación. Arnulfo –bueno, sus papás– le han pagado una carrera carísima, porque estudiar aquí en una universidad privada y de renombre es lo que se dice, caro: semestres de 12 o 13 millones (de pesos colombianos) y súmele a eso el material, los mejores softwares con sus respectivas licencias, el computador (que según él sólo puede ser MacBook Pro), y agréguele que Arnulfo es un muchacho que gusta de los conciertos más exquisitos en área preferencial, come en los lugares de moda, viste sólo ropa de buenas marcas y mantiene el tanque de su Peugeot llenito. Además es un tipo amplísimo, invita a todo el mundo y ni hablar de cuando de cachoniarle a una mujer se trata.

Su vida es completamente nocturna: los lunes no sale porque se queda jugando xbox, los martes va a jugar poker con un combo de Ninis como él, los miércoles va a las “tardeadas rock” en un bar medio famoso de por aquí, los jueves salé por la nochesita a “echarse unos drinks” los viernes es el primero que ya ha conseguido entradas para la mejor fiesta casera en el sur y ahí mismo consigue información sobre la fiesta del sábado en la noche, los domingos come en la calle y luego se parcha con otro combito que tiene. Yo no sé cómo Arnulfo no es alcohólico. Bebe como una draga, sorbe, ingiere y nunca, pero nunca uno lo oye quejarse de una gastritis o de que se siente muy mal por un guayabo. Un día yo lo vi: tenía la “temblorina” que es esa mezcla de guayabo, trasnocho y resfrío que da después de más de dos días bebiendo y lo hace a uno temblar. Pero no bebiendo normalmente: bogando tragos distintos en la misma noche. Lo he visto empezar con cerveza, pasar al tequila, de ahí al whisky (que es lo que primero se acaba), luego al ron, y rematar con vodka.

No hace nada, no le interesa hacer nada. Es un feliz mantenido por la bondad de sus papás. Eso sí, es muy buen hijo, quiere mucho a la mamá y se preocupa por ella. Tal vez por eso no le recriminan su situación. Lo que sus papás le dan es casi el equivalente a un sueldo de un profesional recién iniciado, pero con la ventaja de que no paga arriendo, ni comida. Sólo es para él, para su fiesta y para la gasolina del Peugeot.

Lo bueno de ser amigo de Arnulfo, es que él siempre está disponible. Esos días “intrasemanales” medio aciagos que uno dice: que chimbada, quiero salir a la calle a dispersarme un ratico, que día tan maluco el que tuve. Eso no es sino coger el celular, apretar una tecla y contesta del otro lado una voz parrandera: “Pues en este momento voy saliendo de mi casa, voy a ir a la fiesta que hicieron los de una película que acaban de rodar, ¿quieres que pase por ti?.” (léase que esto puede ocurrir un lunes o un martes a las 23:00). Sin embargo, Arnulfo no es bobo, y sabe del principio de reciprocidad. Yo sé que él me quiere y que le gusta salir conmigo, por eso me invita y lleva a todas partes, pero ay del día en que uno le diga que no. Que está enfermo, que tiene que madrugar o que simplemente no quiere salir. Me empieza a decir que porqué ya no salgo con él, que porqué me volví tan “aguado” (es decir, tan amargado), que tranquilo, que él me lleva y me trae. Que “ves cómo eres”, que “no mames, tienes toda la semana para descansar”.

Es que como hace mucho tiempo él salió de la universidad, ya no se acuerda que la gente se tiene que levantar temprano, que tiene que hacer el desayuno, que tiene que pelear como una hora para poderse concentrar de verdad. Y vaya dígale pues que porqué no lleva curriculums a los lugares donde necesiten diseñadores gráficos o cosas así. Que no, que allá pagan muy mal y que son “bien pinches explotadores”. Que mejor él va a esperar que su papá le prometió un plante para él montar su empresa de diseño web. ¡Si señor! Ya me imagino esa belleza de empresa, llegando a las 16:00 y saliendo a las 19:00, incumpliendo pedidos, adeudando alquileres. Si señor.

En fin, mi amigo es un Nini, que vive en una de las ciudades con mayor población de Ninis en el mundo. Yo le cuento que donde yo fuera un Nini mis papás ya me hubieran metido a un reformatorio o como mínimo me hubieran regalado al Batallón Bomboná pa’ recibir instrucciones en el curso de contraguerrilla. Pero claro, aquí lo que hay son Ninis mantenidos a lo bien, que no se pierden la movida de un catre, no como esos Ninis de mi unidad en Medellín que de Ninis pasaron a ser “Zánganos de Barrio”, y de los cuales hablaré en una próxima entrada.
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*Nombre cambiado para proteger la identidad del Nini en cuestión.

domingo, 29 de agosto de 2010

Un regalo que me dieron


En la casa de mis abuelos paternos nadie lee. Bueno, si leen: mi abuela lee salmos de la biblia, mis tíos el períodico, mi papá lee sólo cosas de economía, mi abuelo leerá avisos por ahí, mis tías no leen, mis primos no sé si sepan leer y las esposas de mis tíos (porque casi todas las tías son solteras) leerán TV y Novelas, o esa cosa de El Godobiano que se llama "La Chiva", que yo también a veces leo. No les interesa leer, no les gusta leer, no les enseñaron a leer, no creen que leer es un disfrute. ¿Eso pa' qué?. Por no mencionar lo que opinan de que el cuarto de sus sobrinos, osea yo, haya estudiado una carrera donde hay que leer, y leer, y leer.

A mi eso me tiene sin cuidado. No es un secreto que Medellín se una ciudad anti-lectura, que tener una librería allá no sea un buen negocio. Que dizque el mejor escritor de Medellín sea este señor Abad Faciolince, que la mejor biblioteca de la ciudad sea la de una universidad (donde hay que hacer muchas maromas para poder entrar). En fin, yo no me voy a quejar de eso. Ya bien sabido es por todos, pero bueno, las cosas deben estar mejorando, según me han dicho.

El caso es que hace poco recibí un paquete de cosas que necesitaba de allá, mi mamá me lo mandó, y entre esa cosas había un regalo, un regalo bastante curioso a mi entender: un libro. Pero lo más curioso y que me causó mucha emoción es que quien me lo mandó haya sido mi abuelo, Rafael Gómez Patiño, que si bien no es analfabeta, no lee.

Tiene ya 90 años, y nació en Gómez Plata. Según él, ese pueblo -antiguo sitio de Pavón y Hojasanchas- se llama así por unos mineros Gómez que habían conseguido mucha plata, por eso Gómez Plata. Y no, la historia es otra. En fin. Yo hablo mucho con mi abuelo, y cuando marco a Medellín hago que me lo pasen, pero ya está super sordo. Sin embargo me cuenta cosas y me dice: que la virgen me lo acompañe. Yo le pregunto a él muchas cosas, y el me pregunta muchas cosas a mi. Y un día me preguntó que como iban "los estudios", le dije que bien, que estaba estudiando para escribir un libro. Y el se sorprendió. Se puso a contarme que tiene un amigo que escribe libros, un señor más viejo que él y que todavía se parcha ahí en las banquitas de la estación Floresta del metro a conversar con otro combo de viejitos que viven por ahí, entre ellos mi abuelo. El señor se llama Jose Ignacio Duque, y escribió un libro que se llama Las uvas del tiempo , se lo regaló a mi abuelo (sin dedicatoria) y mi abuelo me lo mandó a mi.

Es un librito ahí, como lleno de ocurrencias. En pocas palabras, lo mismo que muchos blogs, pero en papel. Me puse a leerlo y me pareció curioso. No porque diga cosas muy profundas y muy reflexivas, ni porque esté bien escrito, sino porque es del amigo de mi abuelo que "escribe libros". Un librito, que no es gran cosa, pero que es como un rasguño de idiosincracia, de lo que J.P. Barrán ha llamado sensibilidad cultural. Lo que la gente opina, lo que la gente piensa, lo que la gente cree. En éste caso: algo que me atrevería a llamar "el pensamiento antioqueño". Con la ventaja de que quedó escrito y publicado. Y bueno, tal y cual lo hacía este muchacho Camilo Jiménez en ese blog tan chimba que es "elojoenlapaja", yo quiero rescatar aquí cosas de Las uvas del tiempo, el libro que mi abuelo me regaló. Son 41 capítulos entre ensayitos, ocurrencias y opiniones del autor. Aquí las que más me llamaron la atención:

Suegras y Nueras:

Cuando en los hogares intervienen: padres, abuelos tíos, tías; es decir todos con sus pareceres y teorías distintas, los niños se van deformando y si a ésto le agregamos los mimos, regalos, felicitaciones tapando sus actos negativos, no hacen más que consentir en todos sus caprichos, y así va resultando un dictador, un enemigo de la sociedad.

Chistes y refranes piden la abolición de las suegras; claro, imposible. Pero no será que las suegras trabajosas y descontentas no fueron buenas madres cuando les correspondía el turno, y ¿ahora quieren rehacer lo mal hecho?.

La Solterona
Aun no están lejanas aquellas fiestas envigadeñas cuando se celebraba la fecundidad, donde concursaban madres con 28, 30 o 32 hijos.

Hay solteronas por accidente, desengaño o casualidad. Hay hijas mayores que no quieren alejarse de su padre (complejo de Electra); hay tías que tienen que cuidar sobrinos para que sus padres trabajen, o cuidar hermanos por la ancianidad de sus padres.

Hay muchos pretextos baratos de señoritas que no se casaron por no encontrar un hombre con las cualidades que ellas querían; pretextos. Era que no tenían ningún atractivo personal y poco a poco las fue dejando el tren.

Desafortunadamente a pesar de su pretendida liberación, la mujer está en desventaja respecto al hombre: es normal que sea el hombre el que escoja entre novias, la que encuentre con más cualidades, afinidades, preferencias. Pero cuando el caso en contrario, que la mujer elige, muy pronto estarán separados, divorciados. El esposo le dirá: como yo no te busqué, puedes buscar otro.

Las solteronas que dicen no haberse casado por no haber tenido amor, es falso; el amor existe siempre, lo que pasa es que fue desafortunada. Decir que no amaron a nadie, no pueden comprobarlo. Sólo el Diablo no ama, y cuando uno no ama a otros se ama a si mismo. En casa de solteronas no falta un perrito de esos chiquitos, un gatico, un pajarito u otro animalito donde la solterona descarga todo su amor, aunque un poco distorsionado. Solteronas estrictamente hablando, son pocas, escasas porque carecen de un amor verdadero o no han sabido cultivarlo y administrarlo. Pobrecitas ellas, ya que en el reparto de los novios no apareció su príncipe azul o de otro color rebajado, que desde su infancia soñaban con él, y no llegó y se fue con otra.

Doña Abundancia
Se tenía ella misma por sabia, hablaba mucho y mal. En su ignorancia hablaba como teóloga de ocasión, como médica de frustración, como abogada por equivocación, como enfermera por deseo, como bruja por aspiración. Parlanchina, sabelotodo, repleta de opiniones pero sin ideas. Se la tenía velada a los niños de la casa, mostrándoles un grueso y ahumado colmillo, único representante de toda su dentadura en la quijada, sobresalía como diente de jabalí. Cuando hablaba de ella mostraba un aspecto feroz, y ay de que se burlara de ella. Predicaba a los muchachos y les decía: A los niños de hoy los alimentan con tinta de imprenta, por eso nunca les sube el color a la cara; los muchachos de hoy son groseros, irrespetan a los ancianos, se burlan de la gente de bien; a los pobres viejos los llaman "cuchos", como quien dice: ya se acabaron, están viviendo horas extras.

Adelaida, la muchacha del servicio
Acaba de llegar a Medellín la chilapa Adelaida. Es tiznaita, ñapanguita. Muestra unos 18 años inciertos, porque ignora la fecha de su nacimiento. Vino de Lorica traida por una amiga de su mamá, en busca de trabajo.

-Oiga, Adelaida, ¿usted como que ha sido muy pretendida?
-No doña, es que cuando una es llamativa, todo novio barre bien. Nada menos ayer cuando venía de Lorica, en el mismo bus y al lado mío venía un muchacho, tumbador, bello, pero no le pude ver la cara.
-¿Cómo que era pispo y no le vio la cara? ¿Sería un guerrillero?
-No doña, dios me ampare era que estaba tan barbitúrico como Fidel Castro.
-¿Y va a cine, qué películas le gustan más?
-Yo no sé el nombre ni el apellido de las películas. Hay unas buenas y otras muy buenas. Cuando voy a cine le pierdo el hilo a la película por ver a los que se besan. Oigo cuando esos enamorados dicen: cine sin beso es como chocolate sin queso. Vea cómo es la gente de hoy.

Modas de las mujeres de hoy en día
La mujer ha sido, a través de los siglos, objeto del placer para algunos seductores. La mujer que vende su cuerpo al mejor postor se le denomina: mujer de mala vida, prostituta, meretriz, buscona, hetaira, mundana, pendanga, zorra, etc., que lejos de resguardar su pudor, exhibe sus formas de tal manera que provoque la lujuria del hombre. Son más las mujeres honestas decentes, honradas, respetables, heroinas, santas, pero también abundan las lujuriosas.

Fue tan vieja la moda de mostrar el ombigo que hasta al legendario Buda se le representa mostrando su gigantesco vientre y su ombligo. El ombligo que nada significa para los hombres, ha servido para que las seductoras mujeres hagan su agosto. Ya es moda que so pretexto de la falta de empleo, algunas jovencitas universitarias han montado casas de amor. Allí dizque encuentran su propia realización, disfrutando de la vida, como diosas paganas. Hay meretrices que se han preparado para este oficio leyendo novelas, oyendo radionovelas, viendo telenovelas, así de fácil. Hay novelistas colombianos que tienen ese mágico poder de iniciar a las jóvenes en ese espinoso camino: Vargas Vila, José L. Garcés, José Cardona L, Roberto Burgos C, y muchos más.
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DUQUE, José Ignacio. Las uvas del tiempo, Medellín, Litoprisma, 1985.

martes, 24 de agosto de 2010

In Memoriam: David J. Weber



Coloquialmente hablando, en términos de historiografía se han señalado los grandes avances que, desde el mundo anglosajón, -y ya no francés- han impulsado los estudios sobre historia colonial americana; tanto en América Latina como en el resto del mundo. Se habla pues coloquialmente de los "Grandes Gringos", unos teóricos excelentes instalados en la Teaching Machine que han hecho aportes sustanciales para el conocimiento de América Latina en perspectiva histórica: Grandes Gringos como Herbert Eugene Bolton, Frederick Jackson Turner, Alistair Hennessy, James Lockhart, Eric Van Young, Woodrow Borah, William B. Taylor y por supuesto: David J. Weber.

Lastimosamente, el profesor Weber ha fallecido a la edad de 69 años debido a un melanoma que lo atacó tres años atrás. Su vida académica transcurrió entre la Univerity of California - San Diego (UCSD) y la Southern Methodist University en Dallas, Texas (SMU).

Fue un académico grandioso, grandilocuente y bastante dispuesto a escuchar a sus alumnos o, a quienes como yo, solíamos escribirle vía e-mail o abordarlo en cada oportunidad que se presentaba en cada una de sus frecuentes visitas a México. Su campo de estudio, o mejor, su preocupación historiográfica estuvo centrada generalmente en el antiguo norte de México, es decir, el noroccidente del virreinato novohispano: Texas, Arizona, Nuevo México, Nevada, Utah, Colorado y California. Una preocupación que cada vez daba más por terminada en todas sus obras:

The Taos Trappers: The fur trade in the southwest (1971)
The Mexican Frontier, 1821-1846: The American southwest under México (1982)
The Spanish Frontier in North America (1992)
Bárbaros: the spaniards and their savages in the age of enlightenement (2005).

Sin embargo, esas fueron sus obras individuales. También publicó varias como coautor y compilador, entre ellas, uno de mis libros por siempre favoritos y necesarios: El México Pérdido: ensayos sobre el antiguo norte de México, 1540-1821

Yo le debo muchísimo de lo que sé sobre lo que estudio al profesor David J. Weber. Si me había enterado de que estaba enfermo, pero aun se le notaba la jovialidad, la capacidad de trabajo y la buena voluntad con todos aquellos que tuvieran dudas al respecto de su propias investigaciones y preguntas sobre sus libros.

Muy bien recuerdo que el año 2005 tuve la oportunidad de conocerlo. Le hablé de mi interés por estudiar la frontera amazónica posterior a los años de la unión ibérica, me dijo que justamente estaba trabajando en un libro donde trataba el tema tangencialmente, libro que al año siguiente me atreví a reseñar y a criticar por un par de temas que dejaba de lado. Pocos meses después el profesor Weber leyó la reseña y me dijo que le había gustado, que lo que yo le había criticado requería de otro libro más. Yo me sentí un poco halagado por lo que me dijo. Pero jamás olvidaré cuando personalmente me dijo en su español impecable con acento norteño:

-Debes leer a Bolton, a Jackson Turner y a Hennesy, pero primero debes empezar con el capítulo III del librito de J.H. Elliott*, ese que se llama: A new frontier
-Claro que si, profesor, muchas gracias.

El profesor David J. Weber falleció el viernes 20 de agosto de 2010 al lado de su familia en su casa de Gallup, New México. No puedo dejar de sentirme triste por su inesperada partida. Sin embargo le agradezco por siempre todo lo que publicó y todo lo que me enseñó a mi y a muchos que tenemos las mismas "preocupaciones". Donde quiera que esté: hasta siempre profesor Weber, el mejor teórico de las fronteras del Nuevo Mundo!
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*J.H. Elliott. The old world and the new, Cambridge, Cambridge University Press, 1970.

jueves, 29 de julio de 2010

Lugar común o sueño cliché (...de esas cosas que pienso frecuentemente)


En una entrada anterior ya había contado que soy un man que juega lotería: dos veces por semana le juego a una que se llama Melate que cuesta 15 pesos (3 lucas) y por 5 pesos más (osea mil pesos) tengo la posibilidad de jugar dos veces en una modalidad que se llama Melate Revancha. Juego los miercoles y los domingos para despertarme los jueves y los lunes con la esperanza de haberme ganado algo. Son seis cifras que participan en dos sorteos, el original y la revancha.

Al principio escogía los mismos número que tienen que ser seis entre el 1 y el 56. Sé que las posibles combinaciones son desmesuradas, gigantescas, pero bueno, de eso se trata el azar.

AZAR.
(Del ár. hisp. *azzahr, y este del ár. zahr, dado1, literalmente 'flores').
1. m. Casualidad, caso fortuito.
2. m. Desgracia imprevista.
3. m. En los juegos de naipes o dados, carta o dado que tiene el punto con que se pierde.
4. m. En el juego de trucos o billar, cualquiera de los dos lados de la tronera que miran a la mesa.
5. m. En el juego de pelota, esquina, puerta, ventana u otro estorbo.
al ~.
1. loc. adv. Sin rumbo ni orden.
salir ~.
1. loc. verb. coloq. desus. Dicho de una cosa: Malograrse o salir mal.
□ V.
juego de azar

En fin, no quiero perturbarlos con cosas técnicas ni con definiciones, porque no es del caso. Lo que quiero decir es que yo sueño con ganarme esa lotería, así sea que sólo me caigan cinco o hasta cuatro cifras. Si eso me saliera no sería millonario pero podría hacer cosas muy bacanas sin que mi vida cambiara esencialmente. Sería el mismo pero podría chicaniar con que conocí algún lugar bien bacano, que tomé sopa de nido de golondrina o que podría ir a visitar a un buen amigo que vive en Canberra y me vive invitando pa' por allá.

Pero otro gallo es el que canta donde me coja las 6 cifras del Melate, su acumulado está en casi 6 millones de dólares (y sumando semanalmente). Sé que es muy cliché pensar en éstas cosas, sé también que es uno de los más comunes lugares de todo el pensamiento occidental. Pero yo, siendo lo que soy, les juro que sueño con ese premio. Pienso mucho en una historia que me contó un amigo que caía al casino Caribe de la Avenida La Playa: Una señora después de mucho jugar "estalló" un premio gordo, se ganó el Hyundai que tenían ahí exhibido. Hubo un alboroto grandísimo esa noche en el casino; meseros, dealers y jugadores felicitaban a la señora. Y mi amigo era dizque parando oreja a ver la gente que murmuraba y que un par de señoras se recriminaban mutuamente:

-Si ves, eso es lo que pasa cuando uno juega con fe.
-Doña Gertrudis se ganó el carrito, bien merecido lo tenía. Eso era pa' ella.

Hay muchos dichos sobre el juego: que es uno de los Siete Vicios, que "el que juega por necesidad, pierde por obligación". En fin, la vieja sabiduría habla de muchas cosas relativas al juego, cosas que se dicen en tono de reproche porque el juego de azar es condenado en varias civilizaciones desde muchos siglos atrás.

La cuestión es que yo sigo soñando con un premio grande, con "estallar" el melate, así me toque compartirlo. Me gusta siempre soñar con eso. Con lo que haría. Pienso que mi vida sería igual así como lo muestra Jutta Bauer, en ese cuentico tan bacano (que si es todo un cliché, con todo respeto). Pero si yo, Sebastián, el que aquí escribe me gano ese Melate (me emociono de pensarlo), haría lo siguiente:

-Comparía tres apartamentos en barrios clasemedieros de Medellín, México D.F. y Florianópolis.
-Le daría a mis papás un viaje de esos que hacen los gringos en cruzeros desde Alaska hasta Acapulco con todo pero todo pago.
-O Uno para Hawaii, o uno para La Costa Azul, cualquiera de esos pero con todo pago.
-Me compraría el Jeep Wrangler que siempre he soñado.
-Me pagaría un doctorado en UTEXAS.
-Donaría una parte grande (300.000) para construir o mejorar en material bibliográfico alguna biblioteca de Medellín.
-Preguntaría dónde está bueno para invertir la platica que me queda.
-Le doy a mi hermanito la moto de sus sueños.
-Y para mi y todos mis amigos, haría una fiesta, una gran e inolvidable fiesta, una parranda, un parrandón, una pedota, que dure lo que tenga que durar:

Alquilaría un lugar en México DF, en Florianópolis o en Medellín. Un lugar grandotote.
Con tres mesas gigantes atendidas por meseros: una con chorro: Tequila, guaro, whisky, ron, vodka, gyn, grappa, pisco, cerveza y todas los gallos para cocktails. Otra mesa con droga: Mariguana, perico, pepas, ácidos, cristales (bazuko si no). Y otra mesa con comida así bien pero bien deliciosa. Mariscos, embutidos ibéricos, frutas, panes, aderezos, quesos.
Invitaría a más mujeres que hombres (mis conocidos son pocos). Contrataría a un amigo que es DJ que sí sabe prender fiestas y como sorpresa cuando la noche esté bien prendida que todo el mundo esté bien nivelado daría una gran sorpresa: de un escenario de esos desarmables comenzaría a salir humo del piso, una canción medio lúgubre que le da paso a una trompetica: faaa, faaa, faaa, faaaa ra faaaaaa, faaaaa.... Tum, tum, tum: "conozco una muchacha y ella es fina..." Si señores, con ustedes desde Los Ángeles, California: los reyes del ritmo en vivo: CYPRESS HILL!

Y que la fiesta siga, yo sé que no habrá peleas, que se formarán parejitas de amigos míos que no se conocen entre ellos, que todos disfrutaremos de una gran fiesta y que siempre seré recordado como el amigo que trajo a CYPRESS HILL a la mejor fiesta privada a la que han asistido en sus buenas vidas. Sé que lo harán.

Eso es lo que sueño yo, ¿mucha ostentación?, creo que de esos 6 millones de dólares me descontarían una parte muy grande y después de todas las inversiones me quedaría poco. No importa, viviría de la renta de los apartamentos y terminaría mi doctorado en Austin. Pero ya, que pereza hablar en pretéritos: yo me voy a ganar el Melate, yo juego con fe. ¿Muy mañé yo?, ¿Ustedes que harían con esa plata? Cuéntennos.

domingo, 4 de julio de 2010

EN-CUESTA


Amigo lector de Unaestafa: Le solicito que voluntariamente responda ésta encuestica. Hace parte de un pequeño sondeo que estoy realizando para tomar una decisión crucial para mi vida. Quiero conocer sus opiniones porque me parecen valiosas. Respondala como quiera, si es su deseo desplieguese en el hipertexto, responda abierta o cerradamente. Concienzuda o caprichosamente. Todo me importa, todo es válido aquí.
Así que si se anima a contestarla, quedo muy agradecido por su buena voluntad. Un gran saludo y un fuerte abrazo.



EN-CUESTA:


1. NOMBRE Y EDAD:

2. ¿Ha vivido en otro país?

3. ¿En cuál país le gustaría vivir? (Puede escoger 3 opciones)

4. ¿Si en los días siguientes le resultara la oportunidad de irse a vivir a uno de esos tres países, lo haría?

5. ¿Qué odia de Colombia?

6. ¿Qué ama de Colombia?

7. ¿Se nacionalizaría en otro país?

8. ¿Renunciaría a su nacionalidad si el país donde viviera así se lo exige?

9. ¿Viviría en Venezuela, Ecuador o Perú?

10. Conociendo la situación actual por la que atraviesa Colombia, si viviera en otro país, ¿regresaría a vivir en Colombia?

domingo, 20 de junio de 2010

Chicogrande [Película]*


Una película impresionante, una ficción historicista de la mejor calidad. Una ficción verosímil y poética.
Yo, que como historiador vivo poniéndole pereque a todas esas producciones que tratan de recrear historias del pasado, pocas veces había salido contento 100% de una película "de época". Cuestión de gustos, a fin de cuentas, pero a mi, pocas veces me había gustado tanto, tanto pero tanto una película así. Eso que sentí hoy viendo Chicogrande, sólo lo puedo comparar con lo que sentí cuando vi Master and Commander [Peter Weir, 2003] y cuando vi Jericó[Luis Alberto Lamata, 1991]. Esas sí son películas bien hechas, con una exploración de fuentes y un cuidado absoluto de todos los detalles, verdaderas películas que contaron con la asesoría de historiadores excelentes. No como esas caspas dizque "Troya" (donde en medio de un combate en pleno mediterráneo oriental del siglo XIII a.C aparecen un par de llamas andinas), esa tal "1492, The Conquest of Paradise" con esos tainos hablando en inglés o para no ir muy lejos, esa tal "Rosario Tijeras", llena de carros con placas amarillas, sabiendo que en los ochentas las placas eran negras y todas decían "Colombia". Que le aprendan a Víctor Gaviria que si sabe que en los ochentas los sicarios andaban en Kalibmatic y en XT-500 y por eso no falla en ilustrar todos esos detalles!

Chicogrande es una película sobre la Revolución Mexicana, evento ubicado en la década de 1910. Una angustiante pugna entre carranzistas y soldados gringos contra villistas mexicanos empeñados en no delatar el paradero de Pancho Villa. Chicogrande [Damián Alcázar] es un revolucionario intrépido que busca con urgencia atención médica para curar a Pancho Villa que ha sido herido de bala en una pierna por las tropas carranzistas en México, después de haberse retirado de su intento por invadir Colombus, un pueblo de Nuevo México, USA.

Todo el periplo de Chicogrande es ilustrado magistralmente por el director de la película. Asunto valiosísimo: la película se habla en dos idiomas: español e inglés. Las actuaciones son impecables, los personajes son encantadores. Indios apaches, campesinos mexicanos, soldados carranzistas, soldados norteamericanos, gente pueblerina de esa enigmática e inmensa región de frontera que es el estado de Chihuahua, al norte de México. Los diálogos son buenísimos, los insultos que se propinan gringos y mexicanos entre sí, también:

-Where is Villa? fucking greaser!
-¡No le digo nada gringo, jijo de la chingada!

Los paisajes son tremendos, las tomas bellísimas. Esa inmensidad del desierto, los caballos, los uniformes, los pertrechos... Los soldados gringos borrachos y putiando en una cantina de Ciudad Guerrero, la violencia nítida de cada situación desatada gracias al amparo que Venustiano Carranza otorgó a Woodrow Wilson para llevar a cabo la Punitive Expedition.

Un actor increible: Daniel Martínez, que encarna al mayor norteamericano Butch Fenton. Uno creería que un Mexicano no sería capáz de actuar de gringo. Pues bien que lo hizo y con un inglés-texano impecable. No como esos güevones que traen de por allá de España a hacer de antioqueños en la Medellín de los ochentas, no. La purita actuación de calidad se ve en Chicogrande, una historia que muestra como Pancho Villa estuvo en todas y en ninguna parte. Una película bastante cuidada que contiene una evidente carga política que está recordando constantemente esa histórica rencilla que esos dos países siempre se han cultivado. Bueno es que la hayan estrenado por estos días en que unos hijos de puta de la patrulla fronteriza del estado de Texas mataron un pelao de 14 años en Ciudad Juárez porque estaba "armado con una piedra".

Que buena película ésta. Se las recomiendo a todos, a ojo cerrado. Para mí, entró al top 5 de las películas hechas en América Latina. Cuando se acabó, me tuve que contener para no aplaudir.
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*Chicogrande, Dir: Felipe Cazals (México, 2010)

miércoles, 9 de junio de 2010

Juegos y diversiones del ayer


Vuelve y juega. Yo soy un cucho y tengo un montón de achaques ya. Hace unos días estaba pensando en que uno termina por aceptar un montón de cosas que años atrás negaba radicalmente. Según yo, solo oiría punk y hardcore toda la vida. Ahora también oigo dizque el tal Indie y hay una bandita más buena que se llama Beach House que me gusta bastante. Los papás de uno le dicen: "yo también juí muy loco, así como usté y me juí echando dedo hasta Santa Marta un día y soplé maracachafa con mis amigos". Hoy ya no son nada de eso. Se duermen a las 10 PM, adquirieron responsabilidades (uno sigue siendo una de ellas) y ya no hacen lo que hacían en la mocedad. Todo cambia, cambia y cambia. Bien lo ha reprochado bellamente San Fernando y bien que lo saben los historiadores. Pero yo quiero es renegar por el cambio desde un punto muy específico. Y es que hace poquito fui a un parquesito que queda por mi casa: muchos árboles, pasamanos, columpios, mataculines, jueguitos de esos todos bacanos... Yo jugué ahí con otro amigo y nos divertimos mucho. Estabamos él y yo y había como puras parejitas por ahí haciendo cosas tipo bluyniada y pico babeado en público- y hablando (recuérdese que la capital del amor no es París, no señor, es México DF). Me sorprendió mucho que en ese parque tan chévere no hubiera ni un solo niño. Ni uno solo. Era sábado, por la tarde y ni un pelaito jugando ahí. Pero eso sí, todos los niños arrumados, apeñuscados en un lugar al lado del parque donde alquilan XBoX, y Wii y juegan en línea y dan chumbimba y meten goles y dan pata y puño y sueltan poderes como lo hacían los ya veteranos de Street Fighter II, Mortal Kombat y Killer Instinct (mi favorito era Chief Thunder, un combatiente mohicano).

Yo sé, a mi también me tocó el Atari 2600, el Nintendo, el Sega (Genesis y Máster) el Super-Nintendo, el Ultra 64, y el Play Station 1. Hasta ahí llegué. Pero yo me acuerdo que uno si jugaba mucho con esos aparatos pero también jugaba fútbol, pistoleros, policías y ladrones, escondidijo, "boy" (conocido también como "Pelota Envenenada"), botatarro, ordeñao, fierrito matemático, chucha-propaganda, chucha-mantequilla, chucha-cogida y seguida... Me acuerdo de un man que caía a mi unidad y que decía que en el barrio de él (Belén Malibú), era super común jugar chucha-americana, chucha-china y mano peluda, que las niñas de por allá eran muy vanguardistas y que se le medían a todos esos juegos, que envidia tan hijueputa, porque las de mi unidad eran puras monjitas más antipáticas...

Insisto. Yo si tuve todas esas consolas y hasta tuve gameboy y "miniataris" de los que vendían en El Diamante, marca Nintendo o márca Casio. De esos últimos recuerdo tres juegos: Kung-Fu, Western Bar y, mi favorito: SL. Bankman: uno era un tren que recogía bolsadas de billete verde por los bancos de los pueblos de Missouri y tenía que sortear obstáculos como no caer al río, no chocarse con un puente levadizo, no atropellar una vaca, y sobretodo, no dejarse coger de otro tren lleno de bandidos que lo atracaban a uno y otra vez a empezar de cero... Yo jugué de todo eso, pero también me divertía mucho en la calle hasta después de la media noche que mis papás me entraban (tristemente). Y todos mis amiguitos también jugaban en la calle y también le daban a los videojuegos, pero creo que los niños de mi generación valoraban más la calle que las pantallas. Los videojuegos son buenos, pero la calle es mejor, los amiguitos son mejor.

Mi juego favorito, un juego que todavía me gustaría jugar así de viejo, por emocionante y porque uno ahí si sentía que era tener poder y abusar del mismo: "Esconde-la-correa". Ese era mi juego favorito. ¿Lo recuerda? Un samaritano escondía una correa en un lugar muy recóndito. Los demás no veían dónde la escondía. El samaritano decía "ya" y todos los demás tenían que salir a buscarla, mientras que el que la escondió fungía como juez, diciendo: frío, frio, tibio, tibio, caliente, caliente... Unas analogías que denotaban la cercanía de un jugador al lugar preciso donde estaba escondida la correa. Y cuando estaba a muy poca distancia de ser hallada decía: hirviendo, hirviendo, se quemóoooooo... Y a correr se dijo. Porque el que la encontraba empezaba a repartir juete al por mayor. A mi me encantaba encontrar la correa. Juetié a más de uno y un día le dí con la hebilla a un pirobo que me caía mal. Uno tenía que salir corriendo mientras el otro lo corretiaba. Había que buscar el "tapo" o ya no me acuerdo cómo se llama el lugar que uno escogía como lugar de salvación pa' que no le dieran más rejo a uno. Un día durante un juego juetiaron mucho a un man y cuando él volvió a la casa la mamá vió que tenía meras marcas en la espalda, en la nalga y en las piernas y la mamá le preguntó que quién le había hecho eso, y ese marica por encubrir a todos los que jugábamos le dijo a la mamá que un celador de la unidad lo había juetiado porque lo pilló cogiendo mangos, y la mamá enfurecida le creyó y le mandó mera carta a la administración. Otro día un man ahí, primo de un amigo mío, criado en Yarumal, jugó. Pero ese man si sabía lo que era voliar zurriago y un día encontró la correa y le pegó un juetazo tan, pero tan duro a otro mancito que lo puso fue a llorar y entre lágrimas la víctima decía dizque: "ay, ay, este man me secó, me secó". Yo nunca entendí esa expresión. ¿Me secó?, ¿cómo así?. "Esconde-la-correa" si que era un juego maravilloso.

Pero además de los juegos estaban las maldades. Tirar huevos y hacer "peos químicos" con limón y azúl de metileno que eso olía horrible. La peor maldad que hice fue pegarle un chicle a un french poddle de una niña que se llamaba Maria Alejandra. El perrito se llamaba "kiko" y era super gruñón. Como de esos perros que no soportan la bulla y se enojan. Le pegué un chicle y lo trasquilaron. Yo sé que muy gonorrea yo, pero bueno. Ya la vida me las ha cobrado. También me acuerdo que en los días de los niños, halloween que llaman, los 31 de octubre uno iba a pedir confites (no faltaba el conchudo que pedía hasta plata), y la cancioncita era: "triki, triki, halloween, quiero dulces para mi, y si no me das, se te crece la nariz". ¿Si era así?, pero si me acuerdo que esa canción tenía una variable mucho más acorde con lo que uno quería: "triki, triki, halloween, quiero dulces para mí, y si no me das, quiebro un vidrio y salgo a mil". No como esas maricaitas que cantan los niños de ahora, o bueno, los de hace unos pocos años, embadurnados por ese discurso cacorro de la tal No-Violencia, dizque "quiero paz, quiero amor, quiero dulces por favor" ¿Por favor?... Cual, dar dulces era obligatorio y si no, aténgase vieja tacaña o tendero marica que pata es lo que le va a sobrar a esa puerta, y si hay un buen lanzador con puntería de gamín, chao vidrio.

Uno fue creciendo y le empezaron a importar otras cosas. Pero la calle fue fundamental. Y reitero, los videojuegos eran buenos, entretenidos, bazuco electrónico, pero nada de eso se comparaba a esas noches interminables siendo policía o ladrón, o repartiendo bala imaginaria escondido en matorrales y trepado en árboles de níspero fraguando una emboscada para el enemigo. Pues todo ha cambiado mucho por lo visto. La tecnología superó la inventiva de los niños y la capacidad de ser felices en la calle, o no sé si estoy equivocado, eso es lo que he notado. Hay un escritor argentino de cuentos para niños que se llama Gustavo Roldán, publicó un librito hace casi 30 años que se llama El monte era una fiesta*. De ese librito, que fue el primero que me leí, recuerdo una frasesita que seguramente la repetirá un viejo como yo en el año 2073, si es que todavía es el humano y no la cucaracha la que reine sobre el ancho mundo: "¿Juegos? juegos eran los de antes".
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*ROLDÁN, Gustavo. El monte era una fiesta, Buenos Aires, Ediciones del Malabarista, 1983.

domingo, 30 de mayo de 2010

Una ciudad que conocí




Hace muy poco conversando con una amiga que vive en New York llegamos a una conclusión muy brusca y tal vez un poco chiflada, conclusión de clasemediero de ciudad capital de provincia colombiana (léase Medellín-Antioquia) y es que cuando uno es así y nace apuntalado por esas circunstancias, va a otros lugares y todo le parece chimba. Uno se descresta por todo y piensa que el pasto del vecino siempre será más verde. Además, pa que hijueputas, pero uno como colombiano tiene derecho a ser pesimista.

El exceso de orgullo hace que uno se infle como un sapo y diga sin vergüenza alguna que nació en la ciudad más linda del mundo, que la ciudad es la berraquera y que además esa ciudad más linda del mundo tiene las mujeres más lindas del mundo, los perros calientes más ricos del mundo, un transporte público excelente, universidades de respeto y lugares para pasarla bien que no se encontrarían en otro país del nivel de Colombia (léase Ecuador, Venezuela, Perú, Costa Rica, Panamá). En fin, son construcciones que uno hace a lo largo de la vida y que estan basadas en la sensación que da haber pasado los mejores años de ésta en un lugar determinado. A mi Medellín me gusta mucho, es mi ciudad y la quiero, pero desde hace muchos años estoy convencido de que tan, tan, tan chimba, no es; es bacana, tiene cosas, pero carece de muchas más.

Pienso todo eso es porque desde hace una semana tuve la oportunidad de conocer ésta ciudad y quedé fascinado por todo. Por los perros calientes, por la comida, por la universidad que tiene, porque tiene unas playas increibles, y unas mujeres increiblemente hermosas, que se darían guerra a muerte con las de Medellín y temo que ganarían, pero bueno, pongamos que hay empate. Ganan para mí por eso mismo, porque el pasto del vecino siempre será más verde. Por su idioma y su acento, por cómo se mueven, por cómo se ríen, por cómo se visten y por como actúan. Ah, yo no sé cómo explicar.

Ésta ciudad que conocí tiene alrededor de un millón de habitantes y tiene salida al mar. Tiene un centro pequeño que todo es peatonal, tiene buenos complejos para montar skate, tiene un mercado de mariscos y pescados y muchos restauranticos de comida italiana que es como fusionada con la gastronomía local: spaghettis acompañados con torticas de yuca, pizza de corazón de pollo, perros calientes con puré de papas, arvejas, maíz y frijoles. Y vuelvo al tema, al maldito tema que no me ha dejado concentrar: las mujeres. Son divinas, molde de negra pa' todas. Indias, monas, asiáticas (paradójicamente) y negras. O yo no sé si serán esos bluejeans que se ponen, yo no sé. Pero yo quedé estupefacto, asombrado, atormentado. Mi amigo Fernando Prado me llevó a una fiesta en la universidad, una fiesta que organiza el estudiantado anualmente y son dos noches consecutivas de parranda y música en vivo. Lo único que puedo decir es que en un momento de esa fiesta yo ya estaba medio prendido y vi un grupo como de siete viejas juntas, yo las conté. Me pasó lo que le pasó a un cacorro amigo de Vallejo que -en El fuego secreto- vió un pelao muy lindo: se me salieron un par de lágrimas. A mi nunca me había pasado eso. Fue una exaltación sensorial indescriptible. Además bailando una musiquita que se llama Forró y otra que se llama Sertanejo se ven preciosas. Además tienen un detallito y es que les encantan los tatuajes, detallito que me derrite a mi. Yo vivo diciendo que no me caso ni por el putas, que voy a vivir solo como un caracol, pero ya no, ahora si me quiero casar con una vieja de éstas. Claro, eso si me para bolas, pues. Ah, pero yo soy optimista y creo que si. Además son muy sencillas y son queridas, eso de que sólo le paran bolas a los manes con carro o moto ya lo superaron. Y no son lo que la gente cree, que son promiscuas y esas cosas, no, para nada. Tranquilas, el que les gustó fue el que ganó y punto. Y relajadas con los asuntos de la cama. Vea: me gusta esto y aquello ¿es posible realizarlo?.

Aquí hay una tremenda calidad de vida. Y léase bien, me refiero a una ciudad de lo que se considera "Tercer Mundo". La gente sonríe y es amable. Madrugan a las 6 o 7 de la mañana, van a la playa y regresas a las casas para estar a las 9 en el trabajo. Salen a las 5 o 6 (que ya oscureció) descansan en la casita un rato y por la nochesita salen a comer. Acompañan la comidita con cerveza, hablan un rato, se echan un par de cigarrillitos y vuelven a la casa relajados, a dormir. Es una vida tranquila, sosegada, con problemas mínimos de seguridad en las calles. Que robos, que atracos, que secuestros, que violaciones, que se robaron un niño, que me rayaron el carro, nada. Eso parece superado o no sé si es que sea impresión mía. Uno lo nota en el caracter de la gente, la gente no está estresada, está tranquila, está convencida de que vive en un buen lugar y hace lo posible por mantenerlo así. Hacen asados e invitan a los vecinos. Gente muy hospitalaria que curiosamente tiene a los colombianos en un concepto positivo, porque aquí todavía son escasos.

Está bien, digamos que las circunstancias en las que conocí la ciudad son circunstancias muy amables, clasemedieras también, es decir, cómodas. Hay pobreza, si, miseria, tambien, pero aquí como que huele a esperanza. El país ha dado grandes pasos en muchas materias, la gente cree en él, le gusta, lo valora y tienen un presidente que, para esta manada de mequetrefes a los que estamos acostumbrados en América Latina, es, como diría mi tío Jorge, "un señor". Es un país sin complejos. Usted le pregunta a una persona de aquí: ¿cuál es el mejor país de mundo? y dicen, pues el mío es el mejor. Vaya pues pregúntele eso a un colombiano a ver si no le dice que Canadá, Australia o USA.

Ah, yo no sé. Quede envenenado con ésta ciudad tan linda y los picos de una pecosita ahí. Yo quiero vivir acá y terminar de envejecer acá. Ya estuvo bueno de tanto smog, de tanto tumulto, de que se vaya el agua, de siempre tener que hablar con rodeos. No, que pereza, hay que cambiar y despertarse sintiendo el olor de la brisa marina, tomar jugo de acerola, comer mariscos y carne asadas, ir a la playa 3 veces por semana como mínimo, enloquecerse con la belleza de éstas viejas, ir entre semana a echarse unos tragos con amigos, montar skate en buenos lugares. Sacrificaría los conciertos, las fiestas abrumadoras, y la vida en una ciudad "protocosmopolita" como en la que vivo por vivir acá, a ojo cerrado. En fin, los invito a que conozcan esta ciudad que tuve la oportunidad de conocer y disfrutar: se llama Florianópolis y es la capital del estado de Santa Catarina, en el sur de ese país continental que se llama Brasil. Y vuelvo a un comentario de otra amiga: es increible que en este país tan desmedidamente chimba no nos pidan visa y que en el aeropuerto, en las taquillas de inmigración, una policía hermosa nos diga "Bem-Vindo".

domingo, 18 de abril de 2010

Aproximadamente 10.585 días.



Casi 10.585 días son los días que he vivido desde que nací en la clínica El Rosario de Medellín un 19 de abril de 1981. Dice mi mamá que horas antes, en la habitación de al lado, la esposa del alcalde de la ciudad, daba a luz a un niño que se llamó Tomás. Dice mi papá que camino a la clínica oía el AM en el radio de su Renault 4 amarillo esperando a que hablaran sobre alguno de los golpes espectaculares que solía dar el M-19 en sus aniversarios
No creo en esos lugares comunes de las crisis “pre 10, pre 20, pre 30”. A mi eso de tener más años y ser más “maduro” me da igual, no me importa, no copio. Seguiré usando tenis y camisa por fuera.

1. SER. Yo soy un man normal, mis expectativas y mis sueños son los mismos de una persona común. Yo no sueño con tener un Twingo, ni con conocer Tokyo. Vivo lo que me ha tocado vivir, aunque si le agradezco a la vida que me ha dado muchas oportunidades de escoger qué es lo que quiero. En fin. Ya voy a cumplir el penúltimo año de los años más interesantes que, según Boris Manrique, tiene la vida de un hombre: de los 15 a los 30. (Dicen que los de la mujer son de los 12 a los 50, dicen, yo no sé).

2. HIJOS. Un señor amigo mío repite siempre como una lora que uno en la vida tiene que haber hecho esas cosas como sembrar un árbol, escribir un libro, tener un hijo… Yo no he hecho ninguna de esas cosas, o sí: sembré una palmera en el colegio que no sé si pelechó, compilé un librito junto con un amigo, y lo de tener un hijo…Pues un día casi, casi, pero no, fue una falsa alarma, para mi fortuna. No es que no me gusten los hijos, si me parece bacano un hijo, pero me da miedo. Tres de mis amigos encargaron y justo por estos días ya les están llegando los pedidos. A mi me da miedo, si un doctor me dice: señor, felicitaciones es un niño, creo que me desmayo.

3. VIAJAR. A este paso voy creo que ya me quedé sin conocer Sanzibar, Damasco y Goa. No tengo plata para ir hasta allá. Y no quiero ir cuando esté “mayor” cuando ya me duelan las rodillas y cuando me de pena dormir en una terminal de bus o en una estación de tren. Cuando ya ver una muchacha bien linda no me importe. No, yo quiero ir estando así, como estoy, que no me enfermo nunca, que no me dio la tal AH1N1, que un despecho no suele durarme más de un mes (y eso que es mucho). Así es como me gusta conocer y viajar a mi. Uno bien viejo y viajando por ahí dando lidia en los buses y en los aviones ¿pa’ qué? Espero juntar más platica para poder viajar a otras partes que no conozco y para poder ir a Medallo city durante muchos diciembres más. (Juego lotería los domingos y los miércoles, porque ese si es mi verdadero sueño: ser rico y no tener que volver a cumplir horarios nunca jamás)

4. MEDELLÍN Y COLOMBIA. No sé si volver, no sé, no sé. Eso me pregunta todo el mundo: ¿cuándo terminés qué pensás hacer?, ¿vas a volver a Colombia?. Nunca sé que responder pero después pienso lo siguiente: A mi me gusta. Hay temporadas en que mi amor por ese país es desmesurado, que siento eso que llaman orgullo patrio –léase nacionalismo– Sí, hay días en que la quiero muchísimo aunque el amor no sea correspondido. Hay días en que pienso todo el día en Medellín, en lo que estará haciendo la gente allá, en el almuerzo que prepararán donde mi abuela, en mi papá y mis tíos asando carne, fritando chicharrón y tomando guaro muertos de la risa. Pienso en mi mamá cuando me dice que la recoja en el Éxito y que me invita a un Dogger. Pienso en eso tan emotivo que exalta los sentidos cuando uno sobrevuela Antioquia: esas montañotas arrugadas en varios verdes oscuros –y no sé diga lo que es ver Medellín bajando por Las Palmas–. Pienso en comerme un perro en la 80, en visitar a la novia que más he querido en mi vida e invitarla a comer por ahí, en salir a montar skate con todos los de San Joaquín, en ir a meterme a esa quebrada que pasa por El Salado, en enfarrarme con los parceros en el parque del Poblado (aunque a veces lo maldiga). En caminar por el centro comiendo Bon-Ice. En ver esas niñas que se ponen tan lindas los viernes por la noche, en lo salpicones que venden arriba del cerro El Volador, en el color que tiene Medellín en las noches: son las luces, esas de los postes, de focos amarillos, son esas luces... Pienso también en la mucha falta que siempre me ha hecho poder tomar agua de la llave. Pero hay días en que no la odio, simplemente la aborrezco y me da putería saber que el bienestar que he tenido aquí, allá me hubiera costado 7 veces el mismo esfuerzo. Colombia: “el lugar del NO”. Me estresa demasiado tener que estar tan prevenido con las putas visas para toda parte. Que Europa, que México, que Canadá, que la USA, que Oceanía. NO, no se puede, se la van a negar. Que tiene que tener una cuenta con 300 millones de pesos, dos casas en Conquistadores y un Mazda 3. Que quiero presentar un proyecto de investigación para la tesis: NO, es muy pretencioso y la universidad no se lo puede financiar. Que voy a parquear el carro en esta calle: NO, que aquí le dejo el recibo ma ñiño y son 3 lucas. Que la guerrilla no es el único problema del país, que hay otros problemas que urge atender: NO, la guerrilla sí es el único problema del país. Que va a venir NOFX y por fin lo vamos a poder ver después de 15 años de espera: NO, el marica que los contrató los estafó a ellos y a todo el mundo y por eso no vinieron (cero y van dos en menos de tres años). En fin. Las cosas para mí son así: me gusta Colombia, me gusta Medellín pero me da miedo volver, no porque me pase algo grave sino porque me parece muy frustrante no poder volver a irme para donde yo escoja, si me aburro. (Sé que no todos todo podemos, ni a todos todo conviene)

5. MÉXICO: Es un gran país, yo creo que es lo mejor que me ha pasado en la vida: vivir acá y estudiar en la UNAM, hacer nuevos amigos, viajar a otros países desde acá. Viajar por México y comer acoziles con limón. Vivir en un lugar muy chimba. Tiene sus detalles (profundamente horribles en algunos casos). Se está calentando mucho (narco), hay un déficit de agua tremendo que creo es lo más preocupante. En agosto cumpliré 5 años acá, el 14.63% de mi vida lo he pasado aquí en la meseta de Anahuac. Pero tampoco sé. Me gustaría quedarme acá pero no sé si me vaya a cansar, si algún día el tedio me atrape. Todavía me gusta y sigo sorprendiéndome con muchas cosas que veo y las sigo disfrutando igual que los primeros días. Ya veré qué pasa...

6. ESTUDIAR: Ya tengo una maestría y comencé un doctorado hace 2 años. Ya llevo escritas 126 páginas de una tesis que tendrá por nombre: La frontera selvática: España, Portugal y su disputa por el noroccidente amazónico en el siglo de las luces. Ya hice las labores de archivo, ya viajé para completar mucha información. El comité tutorial dice que todo va bien, que debo ser más enfático en la parte cartográfica y no descuidar tanto la “plataforma teórica” (sálvame, Mr. Eugene Bolton) pero que vamos bien. Espero que sea una buena tesis, espero ser el Dr. Sebastián Gómez G. antes de cumplir los 30 años. Espero que me ofrezcan un trabajo en una investigación bien chimba o en una universidad. Estoy seguro de que acabaré la tesis, de que tendrá mapas y se sustentará por los aportes de los grandes maestros, desde F. Braudel hasta el viejo Jackson Turner y que la gente la consultará en la biblioteca.

7. SALUD: Me siento bien, siento que aguanto mucho, o no sé si es que tengo los padecimientos retrasados. Bebo, fumo, como grasa, le echo sal y limón a todo, le echo azúcar a las bebidas que terminan por saber a miel, como helados y chocolatinas. Hago muchas cosas que la gente no suele hacer por su “bienestar”: trasnocho como un putas y duermo poquito entre semana. Sin embargo me levanto y cumplo con mis labores del día. Pero también monto skate y hago barras por la mañana en un tubo que hay en el baño. Camino casi 2 kilómetros diarios yendo y viniendo de la universidad y de la biblioteca. Yo no sé si eso es bueno o malo, lo hago mientras no esté sintiendo nada. Todo está como normal.

8. AMOR/NOVIA: Nada, cero, nothing, nel pastel. No he conocido a nadie que me guste en forma, que me haga vibrar como cuando uno conoce a alguien por primera vez y ambos se interesan. A veces creo que para mi es muy difícil tener una novia y seguirle el ritmo a los caprichos. Siento que con mis novias aquello del “nunca es suficiente” es la ley. Por el momento nada, solo, andando con parceros y de vez en cuando algún bussiness toca la puerta. Reconozco que hay una que me gusta mucho pero no sé si es tanto el gusto o simplemente el deseo, –o como dice El General, solo la quiero para jummm…– Pero no me importa que el panorama sean puras tinieblas. Tengo muchos amigos que envidian la soltería, aunque sé que pronto yo envidiaré el compromiso y la tibieza que brindan las muchachas.

Eso es lo que soy yo hoy en día.
Eso es lo que pienso de mi vida.
Espero no parecer muy ególatra
Y si he fallado en alguna cosa…
[…yo seré vengado, Lucifer está con nosotros]


Hoy 19 de abril, estas son las mañanitas que cantaba el rey David,
Feliz Cumpleaños a mi!

miércoles, 31 de marzo de 2010

Mi barrio


Reconozco que el azar me trajo aquí. Tenía planeado irme a compartir un apartamento con un amigo que se llama Paco y así fue.
Quedamos en eso, en conseguir un apartamento y compartirlo. Fijamos los límites geográficos y después las fechas del trasteo.
"Buscaremos en ese cuadrado que se forma al norte con la Avenida Insurgentes, al sur con la Avenida Cuauhtemoc, al oriente con la Avenida Obrero Mundial y al occidente con la calle Felix Cuevas". Eso me dijo mi amigo Paco, pero además sentenció: un amigo más se viene con nosotros.
Empezamos a buscar apartamento dentro de ése perímetro que engloba a varios barrios o colonias como aquí les dicen: Piedad Narvarte, Narvarte Poniente, Del Valle Poniente, Colonia Álamos. Vimos varios apartamentos y todos todos se salían del presupuesto que no podía sobrepasar los 600 dólares. Uno de los apartamentos que vimos, ubicado en la esquina que forma la calle Obrero Mundial y la calle Tanana nos interesó. Preguntamos, el precio muy bien, la ubicación excelente, cuarto piso, salida a la azotea, estacionamiento, pero los vecinos eran todos gente "ya mayorcita" y la dueña del apartamento que para nuestra desgracia vivía en el primer piso del edificio dijo: "aquí nada de fiestas, nada de mascotas, nada de ruido". Mejor dijimos que no, que pereza esos vecinos y seguimos buscando.
En la calle Diagonal San Antonio yo ví un edificio, de esos edificios como jodidos, de puerta metálica y negra, que parece la entrada a una de esas ciudades perdidas del centro, que tiene en el primer piso un local donde textualmente se venden "sweateres y abrigos de lana clásicos", que tienen maniquís con pelucas de copete. Ahí había un apartamento desocupado, justo en el cuarto piso. Llamamos, preguntamos, nos lo mostraron... Una cosa gigante de 134 metros cuadrados, con ventanas que se abren de par en par, con tres habitaciones, dos balcones, un baño amplísimo, una cocina equipada, piso de arabescos, y habitaciones con closet y piso de madera, no de esa duela laminada, no señor, de madera madera que cruje y chirrea cuando uno camina. El precio, módico, 550 dólares. Se ajustó al presupuesto y lo tomamos. Es un gran apartamento, un lugar delicioso y central. Ahora tiene de todo, televisor, dos sofás, comedor, matas, nevera, despensa, pero lo mejor es su vista.
Y es que la vista que tiene el apartamento es una elegancia porque está ubicado en la Colonia Narvarte Poniente, donde todavía el código postal comienza por cero, donde todavía huele a barrio, a cantina, y donde todavía fían en las tiendas. Ese es mi barrio y lo quiero mucho. Tiene un parque muy bonito bastante cerca, el parque Las Américas donde uno puede ir a trotar o a hacer barras o a comerse un sánduche o un heladito de grosella. Este barrio no es como los otros, y espero que no se vuelva como esas colonias vecinas, como la Roma o la Condesa, o la Doctores, que me da miedo. No, la Narvarte todavía es un barrio sano, y todavía viven familias, yo sé que por culpa de uno es que los barrios se van transformando y ya donde había una tienda ponen un Starbucks, y no es que a mi me guste el café, ni mucho menos el Starbucks, es que la especulación inmobiliaria hace que eso ocurra, que se llenen barrios de gente soltera, sin responsabilidades, que no cocina sino que "manda a pedir" la comida, que trasnocha y madruga y que hace fiestas así sea un martes por la noche. Ojalá eso no pase en la Narvarte, yo quiero seguir en el ambiente más barrial, más tranquilo, más profundo. No como por allá en esos otros barrios llenos de "Parrillas Argentinas", casas de Té, bares-conceptuales, lavanderías automáticas y tiendas de ropa cara-conceptual, no, a mi eso no me gusta, y toda la gente prefiere eso, ir a ver gente la moda paseando perros de 3.000 dólares y viviendo en un ambiente donde todo es caro. Vaya pues y métase al Pub ese irlandés a ver si no le toca lavar copas pa ajustar pa la cuenta. Vaya pues cómase alguna cosita en "La Ostra" pa que no pueda comer el resto del mes. No, en mi barrio eso no pasa. Los precios son módicos y hay varias cantinas donde yo voy con algún(a) acompañante a tomar cerveza de botella y a echarle monedas a la rockola, donde todavía a uno le dan caldo de camarón, o botanas de enchiladas. En mi barrio hay iglesia y la gente va a misa encachacada.
Hay un restaurante chino, están las super-tortas Etiopía, la taquería de Don Frank, la casa de chocolate (inspirada en la obra de S. Dalí). Venden películas piratas, está el café El Paparrín, el mercado de Anaxágoras, hay vecinas muy lindas -una que se llama Celeste que es muy simpática-, todo está cerca de aquí. Yo veo mi barrio y siempre me acuerdo del barrio de Boston, en Medellín. Es como Boston, pero multiplicado por cuatro, es grande.
Pero yo sé que esto va a cambiar dentro de poco tiempo. La Narvarte va a terminar en lo que hoy día están las otras colonias. Todo se va a poner caro, se van a empezar a ver perros de 3.000 dólares... Porque la gente no tiene para comprar una casa, ni un apartamento y aquí todavía uno puede decir que es barato y tiene el metro al lado, y no necesita un carro para poder llegar a cualquier lugar de la ciudad. Porque la gente es amable y nunca pasa nada. Dicen que roban pero yo no he visto nada, quién sabe. La colonia Narvarte es, para mí, la mejor colonia del Distrito Federal.

lunes, 1 de marzo de 2010

Izquierda--Derecha: ocurrente y divagante confusión


"La moderación, oh, gran
virtud de los sabios".

Voltaire [Cándido o el optimismo, 1759]



Estudio en una universidad pública; tal vez la universidad pública más grande de América Latina. Soy beneficiario de una beca que otorga el Estado a los estudiantes que cursan un posgrado y por eso tengo que cumplir con ciertos deberes y, uno de ellos, es dictar algunas clases (no muy seguido) como asistente del profesor.

Dicto una clase sobre Historia e Historiografía de Brasil y otra sobre Historia e Historiografía de Colombia y Panamá. Debo advertir siempre que no soy una persona muy versada en temas de política actual (local, internacional), ni que me interesa mucho estar al tanto de los que ocurre, a no ser de que sean cosas verdaderamente relevantes y no minucias como dice un tío mío.

Hoy di una de esas clases sobre Brasil a los estudiantes del segundo semestre de la licenciatura y por ello hablé un poco acerca de Canudos, aquella cruenta guerra ocurrida en el Sertão a finales del siglo XIX. Como recomendación le dije a los estudiantes que, podían ilustrarse aunque fuera ficcionalmente con La Guerra del fin del mundo, aquella novela de Marito Vargas Llosa publicada en 1981. Justo ahí comenzó el bombardeo:

Que si yo era de derecha, o si era de izquierda. Que cómo podía hablar bien de la Rebelión de Pernambuco, la Conjura de Bahía y sobre Zumbi dos Palmares y después recomendar la novela de Marito. Que si yo no me había enterado de que Vargas Llosa es un neoliberal "de mierda" y que desesperadamente busca la presidencia del Perú para terminar de joder al país y a los peruanos.

Yo no supe que responder. Mejor me quedé callado y le dije a la estudiante que un derecho fundamental de la universidad era la libertad de cátedra y que yo podía decir lo que quisiera. Además le recalqué que yo no juzgo a un escritor por sus convicciones políticas sino por la inteligencia de su obra y lo agradable que sea. Ella, indignada decía, que un deber del estudiantado-proletariado era acabar con esos mitos actuales que pretenden minar el avance de la Revolución en América Latina. Yo le respondí que si eso sucedía me moriría de la tristeza por no poder seguir leyendo a Marito Vargas Llosa, además de J.L. Borges quien simpatizaba con Pinochet. Mucho menos a mi bien estimado San Fernando Vallejo que quiere acabar la pobreza envenenando a todos los pobres dándoles mangos inyectados de cianuro.

A mi no me gusta juzgar esas posiciones "políticas" de la gente, y no menosprecio las opiniones de los estudiantes sean mayores o menores que yo. Esta muchacha se ve que es mayorcita, lo digo porque se le ven algunas canas. Cuando mencioné (por Cristo Jesús bendito) que los criollos brasileros se habían curtido ideológicamente con las doctrinas de los ilustrados norteamericanos, la mujer entró en cólera. Núnca había visto opiniones cargadas con el rencor más fermentado que ustedes se puedan imaginar, pero dejen eso, opiniones infundadas en la completa ignorancia. Es que como dice mi tío, ¡la ignorancia es atrevida, mano!. Cómo es posible que ésta estúpida diga que la Revolución de las Trece Provincias, no había sido una revolución, simplemente porque: "un pueblo revolucionario es revolucionario desde sus primeros días". Rematando además que la única revolución que verdaderamente se consumó en el continente había sido la Cubana. Si le hago caso a las premisas de esta tonta, a América Latina se la llevó la verga.

Yo la verdad es que he aprendido a tener paciencia, a tranquilizarme y a pensar en el próximo fin de semana y en la fiesta a la que iré. No me hiperventilo, no digo nada. La libertad de cátedra debe seguir existiendo pero que exista con una mediana conciencia crítica, con fundamento y capacidad de argumentación. A mi me gustaría que a los profesores les asignaran el derecho de pegarle a un alumno o alumna que fuera tan bruto(a) y además tan grosero(a). Me gustaría que cada profesor tuviera un matamoscas en la mano para darle en la trompa/hocico/jeta a cada uno de estos personajes que infestan las universidades públicas, y cómo no, las facultades de Ciencias Sociales y Humanidades de cualquier lugar del mundo.

Si no, pregúntenle a una persona que haya estudiado en la Universidad Nacional de Colombia -sede Medellín- (a Margarita, o a Pablo Cuartas, por ejemplo) a ver qué opinan de todos estos individuos que habitan esos mundillos. Recuerdo a uno de mi carrera que decía que había una conspiración contra él en la facultad. Recuerdo a otro que era un pseudoindigente que profanaba tumbas en el cementerio de San Lorenzo (Niquitao). Ese mismo comandaba un pelotón de gamines y los mandaba a robar libros a la Biblioteca Pública Piloto y a la Biblioteca de Comfenalco. Los libros los vendía en la universidad y con la plata que ganaba compraba bazuco y a soplar se dijo. Era desdentado, "mueco", toothless y según él, se había ganado ya varios premios internacionales de poesía, no sé en dónde. Tenía un hijo al que llevaba a la universidad. El hijito hacía las delicias ahí en la sede cogiendo mangos, nísperos y guayabas, llegó a llenar varias bolsas, yo lo vi. Seguro el taita lo ponía a vender fruta por allá en el Estadio y la plata que ganaba se la soplaba también. Es que no puede ser posible que uno sea tan mueco. Ese man tenía com 37 años y parecía de 60, lo juro. Que dejadez, que tufo, que zorra tan insultante la de ese engendro.

¿Porqué esas facultades son como un imán para la gente así? ¿Porqué hijueputas, porqué?, ¿porqué no se ve eso en las facultades de Ingeniería, Derecho, Zootécnia? Había otro malparido que me daba un miedo ni el hijueputa. Le decían El Psycho osea "el saico", porque estaba loco. Andaba de sudadera, botas y camisa de botones por dentro y en la cabeza una gorra de Terpel. Solo le hablaba a las mujeres y lo único que les modulaba era: ¿Qué hora es?. Un día lo vi caminando por uno de esos potreros de la universidad, allá donde crían cabras, vacas y chigüiros, allá lo vi, caminando dando pequeños saltos y mirando al piso como buscando algo. Quién sabe que buscaba y no encontraba. Otro día, me cogió el pico y placa y tuve que esperar hasta las 19:30. Me fui pa la biblioteca a leer alguna cosita y cuando salí para montarme al carro vi que alguien, como una sombra, me seguía: era ese malparido demente, casi me meo. Si a ese hijueputa le da por corretearme me toca es sacar la cruceta y arreglarlo de una vez, pensé.

Algún día fui a una universidad pública de otro país. Conocí a los estudiantes de Historia, a los de Geografía, a los de Filosofía y a los de Sociología. Gente normal: con sus bufandas y sus gafas raras, pero normal. Gente metódica, que razona, que habla con propiedad y que tiene aspiraciones serias. Gente que no raya los libros de la biblioteca ni le da por ponerse a tomar trago dentro de la universidad, ni le da por organizar acampadas dentro del campus y hacer sancochos y "ollas comunales" donde sirven puro caldo con un espinazo más duro que la carne de la cárcel.

¿Porqué en las universidades públicas donde he estudiado no hay de esa gente, porqué? A mi a cada rato me dicen, que yo soy un facho, que yo soy de la derecha, que yo no dejo progresar las revoluciones: ni la colombiana, ni la cubana, ni la "Guerra Popular de Nepal", ni la revolución de los cacorros. Yo creo que a veces soy muy insensato y opino sin pensar bien y las opiniones son altisonantes, eso me ocurre por desconocer cosas de la política de mi país y del mundo. Seguro lo que opino acerca de un régimen un poco más estricto en las universidades públicas puede ser un escándalo para mucha gente por aquello de los derechos y de la libertad de cátedra propiamente. Más de una vez me han insultado por opinar que durante una asamblea un tipo descaradamente dijo que la población estudiantil solicitaba que la nota 2.5 en las calificaciones fuera una nota aprobatoria. Y también por decir que me parecía desfachatez decir que los tintos en la universidad estaban muy caros. Bueno, sin mencionar el día en que leí una petición que requería inmediatamente el retiro de las tropas estadounidenses de Irak. ¿El realismo mágico esto?. ¿La izquierda por siempre martir?, ¿la justicia social de minorías? !Ni chimba!. Que recuerden que Gabito es amigo de Fidel y amiguísimo del hijito de Misael (ladrón de elecciones), que el Ché fusiló a más de uno sin piedad, que Louis Althusser mató a su esposa en un ataque de rabia y que Karl Marx no iba a dejar casar a su hija con un haitiano, por negro y por pobre.

Comenten pues, amigos!

domingo, 14 de febrero de 2010

Meditación Arbitraria: Lo que arruinó mi vida.


“El skate arruinó mi vida”, “Skate ruined my life”, es lo que suelen —o solían decir los skaters de todas las latitudes del planeta cuando se les pregunta(ba) por su deporte favorito. Basta preguntárselo a alguno en Medellín, Guadalajara, São Paulo, Auckland, o Hermosa Beach, para constatarlo. ¿Porqué el skate “arruinó” sus vidas? ¿Los golpes en las extremidades o en la partes nobles? ¿Los glopes al bolsillo? ¿La vida académica trunca o malograda? ¿Los fracasos amorosos?.
La gente que monta skate, es decir, los que patinan, suelen considerar tres estadios evolutivos en la conciencia skate. El hecho de superar estos tres niveles ya es para considerar que el skater en cuestión es un skater de verdad. Tres diferentes niveles que ya se han vuelto proverbiales para comprobar la fidelidad y el amor por esta práctica (a veces, y cada vez más, llamada deporte), amor que sin duda supera la cuestión mediática (moda skate, “música skate”, etc) y que es en realidad el asunto más recurrente, sobretodo durante períodos de tiempo determinados por el bombardeo mediático o ciertas actitudes de rebeldía moderada que no son tan radicales para ser punkero ni tan mansas como para ser un “gomelo” normal, o como diría un muchacho de San Joaquín: un “urbano” (de esos que andan vestidos a la moda, pero con gafas y se dejan crecer el bozo y la barba y que comentan películas de cine independiente y que hacen stencils en las inofensivas paredes y muros que se ven en El Poblado. Hoy se diría Hipsters). Los tres niveles son:

1. El comienzo: cuando se adquiere por primera vez una tabla y pasan dos, tres y hasta cuatro meses sin que ningún truco toque a la puerta. Osea, un período de ineptitud, de patear, de rodar, de practicar arduamente y observar con paciencia sin obtener resultado alguno.
2. La novia: Las mujeres (en el caso de Medellín) suelen ser muy susceptibles y demandantes con los skaters: “esa tabla o yo” es lo que suelen decir. Para ellas es inevitable no decepcionarse ante la respuesta “pues, montar” cuando le preguntan a su novio sobre qué piensa hacer el viernes por la noche. Las novias presionan a los que montan skate, sobretodo cuando estos cuentan con escasos años y aún están en el colegio. Hacen que el patinador atraviese por un dilema bastante delicado que en última instancia es la dicotomía amigos/novia. Pues si se va con la novia los amigos le recriminarán: “Bobo, consumido, te mandan, no le haga caso a esa vieja”. Y si se queda montando en la encantadora noche sabatina ella le dirá: “Madure a ver mijo que usté ya está en edad de ir conmigo a ¿Sampues?, ¿Babylon? (en casos muy moderados). En fin.
3. La universidad: pienso que es el nivel más importante. ¿Por qué? Pues porque cuando uno entra la universidad está más grandecito, tiene 16 o17 años (y hasta menos en muchos casos). Sin embargo uno se engatusa por el mito aquel que dice que en la universidad las mujeres viven, como dice un tío mío, “buscando macho”. Y empiezan las tales integraciones, que estudiar en la casa de no sé cual, que conoció a no sé cual otra y que vive sola; que empezó a soplar mariguana en el “aeropuerto”; que los parciales; que los finales; que me van a echar de la universidad; que las fiestas... Vuelve la dicotomía: estudio/skate.
El que supere estas tres etapas ya se quedó skater. Ya lo superó todo, ya puede llegar a ser Ministro del Interior o embajador en Washington y seguir montando skate así sea los fines de semana. Ya se seguirá vistiendo de una forma toda la vida así le toque ponerse cachaco para ir al trabajo.
Hay otra cuestión importante y es que por ejemplo los que montan skate y pertenecen a la generación 75-85 (para el caso medellinense) vieron cómo la popularidad les dio la espalda después de un periodo de innegable esplendor. ¿Qué era ser skater? ¿Qué significaba? Yo estaba más pequeño, yo soy del 81, y el boom me tocó de los 14 a los 17, en esos tres años, lo recuerdo muy bien, los skaters tenían el mundo a sus pies. No había infraestructura como ahora, solo había dos simples skateshops: SkateHouse y Poblado Street eran los únicos lugares donde uno podía comprar cosas decentes. De repente aparecían tablas y otros accesorios en el almacén de un traqueto de El Obelisco en el segundo piso, y una que otra cosita en Repatín, ahí en la 74. De resto no había nada. Todo era difícil de conseguir. Era una proeza tener una Trasher Magazine, a no ser de que la expropiara de la biblioteca del Colombo Americano o la trajera de algún viaje, mínimo, a Bogotá, pues la compraba en una librería esa de Hacienda Santa Bárbara donde vendían revistas de la USA.
A pesar de todo eso, los skaters eran los que pegaban, los que mandaban. Las juventudes de ese entonces se enloquecían al rítmo de Pearl Jam y de Nirvana mientras ellos oían Minor Threat, Gorilla Biscuits y Pennywise. No puede olvidarse la dimensión rapera, claro está, donde Wu-Tang Clan fueron los que pavimentaron el camino.
Los skaters eran el terror en las pogotecas. Cascaban ladrones de tablas en el estadio e iban a jugar billar a Monterrey. Fue una generación muy grande, hubo mucha gente que montó. Había combos en Laureles, Belén, La Villa del Aburrá, Los Colores, Robledo, La Mota, Calasanz, Santa Mónica, San Joaquín, El Poblado, Buenos Aires. Algunos de ellos, los más veteranos, todavía hablan de aquella cosa (yo siempre la ví cerrada) que quedaba dentro del velódromo: la Liga Antioqueña de Monopatín.
Mucha gente tomó otros rumbos y le abrieron cupo a las nuevas generaciones. Hubo gente que fue reclutada por La Clicka, otros compraron patines y se volvieron "rollers" (Recuérdese que decir roller equivalía a decir skater frustrado); otros consiguieron novia y se abrieron paso en el mundo de las minitecas y de las fiestas electrónicas y de esas otras farras que se armaban en esa bomba Tiger Market que quedaba en la autopista. La mayoría de esa generación desertó y consigo se llevó uno que otro tatuaje o una que otra tendinitis en ambas rodillas.

Recuerdo que en El Diamante compraba tenis Airwalk cuando los Vans escaseaban.
Recuerdo que tomaba gaseosa en La Uva Verde y que allí también le guardaban a uno la mochila.
Recuerdo que los dueños de Skate House eran doña Marta y Don Fernando, además de su hijo Dani.
Recuerdo cuando hicieron los half pipes de Santa Lucía, Hospital y la Terminal del Sur.
Recuerdo ese fracaso que fue Límite Extremo.
Recuerdo las tablas Nubut.
Recuerdo cuando los skaters odiaban a los roller.
Recuerdo que a Unicentro no dejaban entrar con tabla, que había que echarla en una bolsa y las únicas bolsas en que cabía las regalaban en el almacén Super Kids.
Recuerdo a Los Vengadores.
Recuerdo el olor del sacol y las trabadas cuando uno pegaba la lija de la tabla. Tres hojas de lija “grano fino 80 o 60”
Recuerdo a Ronnie Bertino y a Tom Knox.
Recuerdo mi primera tabla, una World Industries "del equipo", con Flameboy destruyendo el mundo donde vivía Wet Willy.
Recuerdo la primera baranda del Estadio
Recuerdo las limonadas y el salpicón con lechera que vendía don Marcos.
Recuerdo…recuerdo…recuerdo.

No sé, yo no estoy de acuerdo con ese lugar común de “el skate arruinó mi vida”. La gente suele decirlo con mucha frecuencia. Y es muy a menudo que lo dicen, como justificando el hecho de no tener novia, que las mujeres no se fijan en los manes que montan (al contrario de hace 12 o 14 años). Como reprochándole a la patineta que no tuvieron una vida "normal" ni un trabajo de salarios grandiosos. Como si el hecho de montar fuera el contrapeso de una vida exitosa. Y no, eso no es así. O será así para el que se lo crea. Muy curioso. Ese por lo menos no ha sido mi caso. Si algún día la felicidad se me ha rozado, ese día seguro estuve montando skate.