miércoles, 31 de marzo de 2010

Mi barrio


Reconozco que el azar me trajo aquí. Tenía planeado irme a compartir un apartamento con un amigo que se llama Paco y así fue.
Quedamos en eso, en conseguir un apartamento y compartirlo. Fijamos los límites geográficos y después las fechas del trasteo.
"Buscaremos en ese cuadrado que se forma al norte con la Avenida Insurgentes, al sur con la Avenida Cuauhtemoc, al oriente con la Avenida Obrero Mundial y al occidente con la calle Felix Cuevas". Eso me dijo mi amigo Paco, pero además sentenció: un amigo más se viene con nosotros.
Empezamos a buscar apartamento dentro de ése perímetro que engloba a varios barrios o colonias como aquí les dicen: Piedad Narvarte, Narvarte Poniente, Del Valle Poniente, Colonia Álamos. Vimos varios apartamentos y todos todos se salían del presupuesto que no podía sobrepasar los 600 dólares. Uno de los apartamentos que vimos, ubicado en la esquina que forma la calle Obrero Mundial y la calle Tanana nos interesó. Preguntamos, el precio muy bien, la ubicación excelente, cuarto piso, salida a la azotea, estacionamiento, pero los vecinos eran todos gente "ya mayorcita" y la dueña del apartamento que para nuestra desgracia vivía en el primer piso del edificio dijo: "aquí nada de fiestas, nada de mascotas, nada de ruido". Mejor dijimos que no, que pereza esos vecinos y seguimos buscando.
En la calle Diagonal San Antonio yo ví un edificio, de esos edificios como jodidos, de puerta metálica y negra, que parece la entrada a una de esas ciudades perdidas del centro, que tiene en el primer piso un local donde textualmente se venden "sweateres y abrigos de lana clásicos", que tienen maniquís con pelucas de copete. Ahí había un apartamento desocupado, justo en el cuarto piso. Llamamos, preguntamos, nos lo mostraron... Una cosa gigante de 134 metros cuadrados, con ventanas que se abren de par en par, con tres habitaciones, dos balcones, un baño amplísimo, una cocina equipada, piso de arabescos, y habitaciones con closet y piso de madera, no de esa duela laminada, no señor, de madera madera que cruje y chirrea cuando uno camina. El precio, módico, 550 dólares. Se ajustó al presupuesto y lo tomamos. Es un gran apartamento, un lugar delicioso y central. Ahora tiene de todo, televisor, dos sofás, comedor, matas, nevera, despensa, pero lo mejor es su vista.
Y es que la vista que tiene el apartamento es una elegancia porque está ubicado en la Colonia Narvarte Poniente, donde todavía el código postal comienza por cero, donde todavía huele a barrio, a cantina, y donde todavía fían en las tiendas. Ese es mi barrio y lo quiero mucho. Tiene un parque muy bonito bastante cerca, el parque Las Américas donde uno puede ir a trotar o a hacer barras o a comerse un sánduche o un heladito de grosella. Este barrio no es como los otros, y espero que no se vuelva como esas colonias vecinas, como la Roma o la Condesa, o la Doctores, que me da miedo. No, la Narvarte todavía es un barrio sano, y todavía viven familias, yo sé que por culpa de uno es que los barrios se van transformando y ya donde había una tienda ponen un Starbucks, y no es que a mi me guste el café, ni mucho menos el Starbucks, es que la especulación inmobiliaria hace que eso ocurra, que se llenen barrios de gente soltera, sin responsabilidades, que no cocina sino que "manda a pedir" la comida, que trasnocha y madruga y que hace fiestas así sea un martes por la noche. Ojalá eso no pase en la Narvarte, yo quiero seguir en el ambiente más barrial, más tranquilo, más profundo. No como por allá en esos otros barrios llenos de "Parrillas Argentinas", casas de Té, bares-conceptuales, lavanderías automáticas y tiendas de ropa cara-conceptual, no, a mi eso no me gusta, y toda la gente prefiere eso, ir a ver gente la moda paseando perros de 3.000 dólares y viviendo en un ambiente donde todo es caro. Vaya pues y métase al Pub ese irlandés a ver si no le toca lavar copas pa ajustar pa la cuenta. Vaya pues cómase alguna cosita en "La Ostra" pa que no pueda comer el resto del mes. No, en mi barrio eso no pasa. Los precios son módicos y hay varias cantinas donde yo voy con algún(a) acompañante a tomar cerveza de botella y a echarle monedas a la rockola, donde todavía a uno le dan caldo de camarón, o botanas de enchiladas. En mi barrio hay iglesia y la gente va a misa encachacada.
Hay un restaurante chino, están las super-tortas Etiopía, la taquería de Don Frank, la casa de chocolate (inspirada en la obra de S. Dalí). Venden películas piratas, está el café El Paparrín, el mercado de Anaxágoras, hay vecinas muy lindas -una que se llama Celeste que es muy simpática-, todo está cerca de aquí. Yo veo mi barrio y siempre me acuerdo del barrio de Boston, en Medellín. Es como Boston, pero multiplicado por cuatro, es grande.
Pero yo sé que esto va a cambiar dentro de poco tiempo. La Narvarte va a terminar en lo que hoy día están las otras colonias. Todo se va a poner caro, se van a empezar a ver perros de 3.000 dólares... Porque la gente no tiene para comprar una casa, ni un apartamento y aquí todavía uno puede decir que es barato y tiene el metro al lado, y no necesita un carro para poder llegar a cualquier lugar de la ciudad. Porque la gente es amable y nunca pasa nada. Dicen que roban pero yo no he visto nada, quién sabe. La colonia Narvarte es, para mí, la mejor colonia del Distrito Federal.

lunes, 1 de marzo de 2010

Izquierda--Derecha: ocurrente y divagante confusión


"La moderación, oh, gran
virtud de los sabios".

Voltaire [Cándido o el optimismo, 1759]



Estudio en una universidad pública; tal vez la universidad pública más grande de América Latina. Soy beneficiario de una beca que otorga el Estado a los estudiantes que cursan un posgrado y por eso tengo que cumplir con ciertos deberes y, uno de ellos, es dictar algunas clases (no muy seguido) como asistente del profesor.

Dicto una clase sobre Historia e Historiografía de Brasil y otra sobre Historia e Historiografía de Colombia y Panamá. Debo advertir siempre que no soy una persona muy versada en temas de política actual (local, internacional), ni que me interesa mucho estar al tanto de los que ocurre, a no ser de que sean cosas verdaderamente relevantes y no minucias como dice un tío mío.

Hoy di una de esas clases sobre Brasil a los estudiantes del segundo semestre de la licenciatura y por ello hablé un poco acerca de Canudos, aquella cruenta guerra ocurrida en el Sertão a finales del siglo XIX. Como recomendación le dije a los estudiantes que, podían ilustrarse aunque fuera ficcionalmente con La Guerra del fin del mundo, aquella novela de Marito Vargas Llosa publicada en 1981. Justo ahí comenzó el bombardeo:

Que si yo era de derecha, o si era de izquierda. Que cómo podía hablar bien de la Rebelión de Pernambuco, la Conjura de Bahía y sobre Zumbi dos Palmares y después recomendar la novela de Marito. Que si yo no me había enterado de que Vargas Llosa es un neoliberal "de mierda" y que desesperadamente busca la presidencia del Perú para terminar de joder al país y a los peruanos.

Yo no supe que responder. Mejor me quedé callado y le dije a la estudiante que un derecho fundamental de la universidad era la libertad de cátedra y que yo podía decir lo que quisiera. Además le recalqué que yo no juzgo a un escritor por sus convicciones políticas sino por la inteligencia de su obra y lo agradable que sea. Ella, indignada decía, que un deber del estudiantado-proletariado era acabar con esos mitos actuales que pretenden minar el avance de la Revolución en América Latina. Yo le respondí que si eso sucedía me moriría de la tristeza por no poder seguir leyendo a Marito Vargas Llosa, además de J.L. Borges quien simpatizaba con Pinochet. Mucho menos a mi bien estimado San Fernando Vallejo que quiere acabar la pobreza envenenando a todos los pobres dándoles mangos inyectados de cianuro.

A mi no me gusta juzgar esas posiciones "políticas" de la gente, y no menosprecio las opiniones de los estudiantes sean mayores o menores que yo. Esta muchacha se ve que es mayorcita, lo digo porque se le ven algunas canas. Cuando mencioné (por Cristo Jesús bendito) que los criollos brasileros se habían curtido ideológicamente con las doctrinas de los ilustrados norteamericanos, la mujer entró en cólera. Núnca había visto opiniones cargadas con el rencor más fermentado que ustedes se puedan imaginar, pero dejen eso, opiniones infundadas en la completa ignorancia. Es que como dice mi tío, ¡la ignorancia es atrevida, mano!. Cómo es posible que ésta estúpida diga que la Revolución de las Trece Provincias, no había sido una revolución, simplemente porque: "un pueblo revolucionario es revolucionario desde sus primeros días". Rematando además que la única revolución que verdaderamente se consumó en el continente había sido la Cubana. Si le hago caso a las premisas de esta tonta, a América Latina se la llevó la verga.

Yo la verdad es que he aprendido a tener paciencia, a tranquilizarme y a pensar en el próximo fin de semana y en la fiesta a la que iré. No me hiperventilo, no digo nada. La libertad de cátedra debe seguir existiendo pero que exista con una mediana conciencia crítica, con fundamento y capacidad de argumentación. A mi me gustaría que a los profesores les asignaran el derecho de pegarle a un alumno o alumna que fuera tan bruto(a) y además tan grosero(a). Me gustaría que cada profesor tuviera un matamoscas en la mano para darle en la trompa/hocico/jeta a cada uno de estos personajes que infestan las universidades públicas, y cómo no, las facultades de Ciencias Sociales y Humanidades de cualquier lugar del mundo.

Si no, pregúntenle a una persona que haya estudiado en la Universidad Nacional de Colombia -sede Medellín- (a Margarita, o a Pablo Cuartas, por ejemplo) a ver qué opinan de todos estos individuos que habitan esos mundillos. Recuerdo a uno de mi carrera que decía que había una conspiración contra él en la facultad. Recuerdo a otro que era un pseudoindigente que profanaba tumbas en el cementerio de San Lorenzo (Niquitao). Ese mismo comandaba un pelotón de gamines y los mandaba a robar libros a la Biblioteca Pública Piloto y a la Biblioteca de Comfenalco. Los libros los vendía en la universidad y con la plata que ganaba compraba bazuco y a soplar se dijo. Era desdentado, "mueco", toothless y según él, se había ganado ya varios premios internacionales de poesía, no sé en dónde. Tenía un hijo al que llevaba a la universidad. El hijito hacía las delicias ahí en la sede cogiendo mangos, nísperos y guayabas, llegó a llenar varias bolsas, yo lo vi. Seguro el taita lo ponía a vender fruta por allá en el Estadio y la plata que ganaba se la soplaba también. Es que no puede ser posible que uno sea tan mueco. Ese man tenía com 37 años y parecía de 60, lo juro. Que dejadez, que tufo, que zorra tan insultante la de ese engendro.

¿Porqué esas facultades son como un imán para la gente así? ¿Porqué hijueputas, porqué?, ¿porqué no se ve eso en las facultades de Ingeniería, Derecho, Zootécnia? Había otro malparido que me daba un miedo ni el hijueputa. Le decían El Psycho osea "el saico", porque estaba loco. Andaba de sudadera, botas y camisa de botones por dentro y en la cabeza una gorra de Terpel. Solo le hablaba a las mujeres y lo único que les modulaba era: ¿Qué hora es?. Un día lo vi caminando por uno de esos potreros de la universidad, allá donde crían cabras, vacas y chigüiros, allá lo vi, caminando dando pequeños saltos y mirando al piso como buscando algo. Quién sabe que buscaba y no encontraba. Otro día, me cogió el pico y placa y tuve que esperar hasta las 19:30. Me fui pa la biblioteca a leer alguna cosita y cuando salí para montarme al carro vi que alguien, como una sombra, me seguía: era ese malparido demente, casi me meo. Si a ese hijueputa le da por corretearme me toca es sacar la cruceta y arreglarlo de una vez, pensé.

Algún día fui a una universidad pública de otro país. Conocí a los estudiantes de Historia, a los de Geografía, a los de Filosofía y a los de Sociología. Gente normal: con sus bufandas y sus gafas raras, pero normal. Gente metódica, que razona, que habla con propiedad y que tiene aspiraciones serias. Gente que no raya los libros de la biblioteca ni le da por ponerse a tomar trago dentro de la universidad, ni le da por organizar acampadas dentro del campus y hacer sancochos y "ollas comunales" donde sirven puro caldo con un espinazo más duro que la carne de la cárcel.

¿Porqué en las universidades públicas donde he estudiado no hay de esa gente, porqué? A mi a cada rato me dicen, que yo soy un facho, que yo soy de la derecha, que yo no dejo progresar las revoluciones: ni la colombiana, ni la cubana, ni la "Guerra Popular de Nepal", ni la revolución de los cacorros. Yo creo que a veces soy muy insensato y opino sin pensar bien y las opiniones son altisonantes, eso me ocurre por desconocer cosas de la política de mi país y del mundo. Seguro lo que opino acerca de un régimen un poco más estricto en las universidades públicas puede ser un escándalo para mucha gente por aquello de los derechos y de la libertad de cátedra propiamente. Más de una vez me han insultado por opinar que durante una asamblea un tipo descaradamente dijo que la población estudiantil solicitaba que la nota 2.5 en las calificaciones fuera una nota aprobatoria. Y también por decir que me parecía desfachatez decir que los tintos en la universidad estaban muy caros. Bueno, sin mencionar el día en que leí una petición que requería inmediatamente el retiro de las tropas estadounidenses de Irak. ¿El realismo mágico esto?. ¿La izquierda por siempre martir?, ¿la justicia social de minorías? !Ni chimba!. Que recuerden que Gabito es amigo de Fidel y amiguísimo del hijito de Misael (ladrón de elecciones), que el Ché fusiló a más de uno sin piedad, que Louis Althusser mató a su esposa en un ataque de rabia y que Karl Marx no iba a dejar casar a su hija con un haitiano, por negro y por pobre.

Comenten pues, amigos!