Valientes Cacorradas. Bien lo ha dicho Juan David, el bloguero de Medellín. Esa expresión justamente la estaba buscando para tratar de exponer un problema (un "mi" problema) que tengo con las Valientes Cacorradas que se le ocurren a la gente de Medellín. Estoy seguro que a la gente de otros lados también, pero a ellos no los juzgo porque en realidad no los entiendo mucho. Solo creo que entiendo a la gente de Medellín y en parte a los defeños (pero muy poquito, en realidad).
En su última entrada Juan David habla muy claro de aquella cacorrada que se volvió muy de moda en Medellín y es el tal Fondue (Fondiú), toda una cacorrada, estoy de acuerdo, que si es rica -para qué pero si lo es- pero que es como un guiño que demuestra una sofisticación innecesaria y artificial. Se reunen seis o siete cacorros y cacorras y cacorrones a derretir cualesquier queso y a sumergir cosas comestibles en una ollita y a hablar maricadas. A contar chismes. Pero ese no es el problema. El problema es que lo que termina siendo vilipendiado es por ejemplo cuando uno invita a una amiga a comer patacones con hogao o empanaditas de San Joaquín y eso le parece como mañé, porque claro la cacorra tiene a sus amigos cacorros a quienes les encanta las cacorradas como el Fondue, pero las cositas que también son buenas y sabrosas pero originarias y autóctonas de nosotros son, por antonomasia, peyes.
He llegado a notar por ejemplo a una cacorra con su novio cacorro decir cosas como esta:
-Güevón, tenés que ir a comer fríjoles al restaurante que queda al lado de la Piloto. Güevón son la-lo-cu-ra. Osea, lo que pasa es que uno leyendo aquí no lo entiende, pero la cara que hacen cuando dicen "fríjoles y la-lo-cu-ra" es como dándole a entender a uno que los frijoles son todo un exotismo para el menú tan variado que ellos deben tener en sus casas. Osea: El cacorro y la cacorra en su encacorramiento desayunan pancakes con dulce de membrillo y jugo de naranja orgánico. Almuerzan esturión del mar Cantábrico con puré de garbanzos y cenan (porque no comen, cenan), sopa de nido de golondrina con fideitos de Camboya. Y claro, por eso los fríjoles de al lado de la Piloto son toda una novedad, un exotismo, la complejidad de lo cotidiano. Como si no se pudieran ir para El Incendio* a comerse unos verdaderos fríjoles, o como si sus mamás o abuelas no hicieran de eso. Otro día un cacorro me estaba hablando de lo bien que se sintió porque ese día no comió en no sé dónde ¿El Herbario? sino que se fue a comer al Alto de Las Palmas y que pidió mazamorra..."Güevón pero es que típico con mazamorra eso es muy llenador" decía el gran-cacorro. Claro que es llenador, pero lo dice como si eso fuera una sorpresa, como si eso fuera como una ofensa a su paladar y estómago acostumbrado a deshacer los mariscos más delicatessen del Pacífico sur. No pues, que cacorrada.
Otro gesto cacorro que me emputa, que son muchos los cacorros que son felices con cuanta cacorrada nueva abren allá. En estos días estuve conversando por messenger con un amigo. El me contaba que cuando le pagaron su salario lo primero que hizo fue irse para un lugar que se llama Hooters, que está, según me cuentan, recién abierto en Medellín. Yo le dije: ¿Parce, y la pasaste bien? Si güevón, super chimba porque es como muy exclusivo, muy caché. Y yo le dije: pues será exclusivo allá porque eso es de mañés en la USA y por aquí también. Allá no van sino puros mañés a ver partidos y a tomar cerveza y a gritar. El man como que se enojó, porque lo que el entiende por mañé, no es lo mismo que entiendo yo. Pero bueno, no quise arriesgar mi amistad con él por esa discusión.
Pensé además en el día en que abrieron Carrefour. La gente enloquecida, furiosa, furibunda, demencial...La 65 se paralizó porque todo el mundo se volcó a comprar güevonadas allá. También pensé en la familia que se va toda arreglada a comer a McDonalds. Y desde luego pienso en cada uno de los indigentes que están a la entrada de todos los McDonalds de la USA mendigando monedas para entrar a comerse la hamburguesa que vale 1 dólar. También pienso en una cacorra que decía que a Medellín le hacía falta un Starbucks. Yo sinceramente tuve ganas de ahorcarla. O un doble-cacorro también dijo un día que Medellín es otra ciudad desde que abrieron Blockbuster. Jueperra, esos son los momentos en que maldigo la muerte de Stalin.
Bueno también me acordé de Juan David Velez cuando mencionaba lo del cacorro GPS que ya todo el mundo anda con esa cacorrada pegada del parabrisas de los carros. No, pues cuidado se pierden cacorros y cacorras en la inmensidad de Medellín. Cuidado el hijo de la granputa-cacorra GPS les tiene que estar recordando que avenida La Playa es en un solo sentido.
Las comparaciones son odiosas en todos los sentidos. Pero me sorprende mucho la capacidad de deslumbramiento que tenemos en Medellín. Recuerdo un man de mi unidad que hace años llegó estrenando un Ford Fiesta. Antes al man lo apodaban de varias formas: Minero, Lanchero, y hasta un día supe de alguien que lo llamó Gaminator (osea, Gamineitor), pues el man era morenito y como más bien andrajoso. Pero resulta pues que el Ford Fiesta se lo ganó en una rifa, creo que la mamá. Y ese man, paso de ser Minero, Lanchero y Gamineitor a ser, simplemente, dizque "El Hijo". Ya le decían "El Hijo", que El Hijo, bailó, que El Hijo cantó, que El Hijo se está chupando a no sé cual. Y yo un día pregunté: ¿Minero va a jugar? y un man que se había convertido en su mano derecha me dijo: ¿Minero? ¿Cuál Minero? No, a ese man ya se le dice es "El Hijo". Yo pregunté: ¿El Hijo?, ¿hijo de quién?... y bueno, se enojaron conmigo. Hijo de ellos sería, manada de lambones. Y lo peor era que Minero se las creía todas. Hasta que la desgracia volvió a rondar su hogar y el Ford Fiesta lo tuvieron que vender porque no tenían ni para la matricula de los hermanitos de Minero (al hermanito mediano le decía Minerito o Lancherito). Ja, ja, ja. La Tragedia del Minero, como ese cuento tan chimba de "Efe" Gómez.
Bueno, no sé, yo tengo insomnio porque hoy hice siesta. Pero a lo que quiero llegar es que esa novelería tan afiebrada de Medellín tiene una gran virtud para quienes la protagonizan, es decir para los que la introducen, y es que en Medellín a las cosas peyes las vuelven chimbas, les sacan una reputación inmerecida. Pero seguro yo estoy equivocado. Y afortunadamente esto es un blog de ocurrencias que no le importa a nadie, y no es un examen, ni un cacorro "protocolo" de esos que me piden en la universidad. Pero si les pido a los que lo leen que comenten esta entrada, que yo quiero saber qué opinan, quiero conocer la verdad que surge después de las confrontaciones ideológicas. O desilusionarme por completo y dejar este mundo por entender que lo que escribí también es una Valiente Cacorrada. !Coménten pues a ver!
*El Incendio es una CHIMBA de restaurante que queda cerca de la Plaza Minorista. Los fríjoles que venden allá superan absolutamente a los de Mondongo's, Hato Viejo, El Rancherito, y que tristeza decirlo, también a los de mi hermosa abuela paterna Blanca Inés Henao. Pero así es la cosa.
Lo que decis del fondiu, yo nunca he ido a eso pero el otro día me lo describieron y me lo contaban asi como vos estas contando, algo asi igualito. Pero finalmente es verdad, el queso sabe bueno hasta en un fondiu.
ResponderEliminarSocio, ¿quien fue el enchimbado?, sabes que, ¡anillar!. "Yo ya anille". Por favor bajarle al optimismo, no estan hablando de un taller de mecanica. Estan hablando de darle un anillo de "compromiso" a la novia, yo pregunto: ¿quien fue el enchimbado?, aunque del ahogado el sombrero, ahi les queda un activo mas para empeñar en los momentos dificiles, o por lo menos eso sería lo que yo pensaría.
¿Sera que el hombre primitivo "desde que se reunia en torno al fuego" también gustaba de beber con queso?, porque ahora que me acuerdo hace 28 años mis tios cuando iban a la casa de mi abuelo a beber se hacian partir quesito para acompañar, la derretida si creo que es una innovacion, es agregarle trabajo y valor a la beba. Para beber "salchicas viena" o salchichon, eso esta claro.
¿Ya anillé? ay jueputa... Esa si es nueva.
ResponderEliminarYo me acuerdo es de un man que decía, yo ya embarrigué a mi novia, aduciendo a que le había cogido la vena, embarazado, quiero decir.
Critica bloguera: están muy bacanas las entradas, la del poeta que gustaba de matar gente quedo una putería, esa entrada me hizo buscar mi librito de Borges para leer el cuento de judas.
ResponderEliminarEsta también está muy bacana. Si guevon, uno de los problemas es la "antonomasía generada" (que risa eso de por antonomasia). El otro problema es que la escala de valores se desordena, asi el comer queso derretido pasa a ocupar un lugar que no se merece en esa escala de las cosas importantes.
Yo se que no era un poeta. Es mas bien el asesino que declamaba de vez en cuando versos de su inspiracion. Esa entrada tiene muchas guevonadas muy bacanas.
ResponderEliminarGeocaching.
ResponderEliminarSocio, pero sin todas las chimbadas yo creo que no hay vida. ¿de que se burlaria uno?. Que viva la guevonada, tanto la propia como la de los demas.
a ver: yo como fondue, es más tengo el aparatico eléctrico (no de velita), me gusta y lo disfruto mucho. la cosa es el tonito con que lo dicen y lo dicen como si se tratara de una cosa exlusivísima y no lo es, es una pendejada, una pendejada por la que además cobran una barbaridad en los restaurantes. Y también como sancocho y mondongo y ajiaco y muchacho relleno y cosas de esas sin dármelas de nada.
ResponderEliminarLa cosa es que en Medellín a la gente no le gusta sino los fríjoles, conozco gente que sale a pasiar y buscar fondas paisas o donde comerse un chicharrón, va a restaurantes y siempre piden fríjoles, son, como decía mi papá, muy montañeros y muy poco arriesgados cuando de comida se trata. Las nuevas generaciones están conociendo nuevas comidas y eso los hace decir güevonadas con ese tonito insoportable, como si fueran los únicos que conocen esas cosas, cuando en realidad son nuevas para ellos y no para el resto del mundo.
Si Márgara. Tenés razón...el tonito, el tonito, el maldito tonito...
ResponderEliminarHay que volver a la vieja escuela de la humildad marxista.
Yo también como fríjoles y y el chicharrón para mí es el rey de los cortes porcinos (el de los vacunos es la punta de anca).
Pero sí, de acuerdo. Un día por allá en la USA conocí a un man de allá de Medellín y ese man me dijo: Parce...sabe qué lo voy a llevar a comer una cosa, que se va a morir. Yo te juro, que pensé que me iba a llevar así a comer alguna cosa de esas raras de por allá de Samoa o esos postres míticos del norte de Canadá...Nada...en plena Gran Manzana, el man me llevó a comer a Pollos Mario. Una bandeja paisa pero la hijueputa de grande. Eso sí, una chimba.
Está bien, pagar 11 dólares por un típico tan bueno, pero ese man comía allá tres veces por semana, y núnca, como diría tu papá, se arriesga a comer por ahí alguna cosa peruana, ecuatoriana, vietnamita... o cualquiera de esos sabores "multiétnicos" que uno encuentra en Roosvelt Av.
Seguimos posteando
Margarita resume. Ese es el punto, "socio tranquilo, en mi casa ya conocimos el sabor de las papas".
ResponderEliminarHey Sebastian, yo sabía que vos eras un man que entiende de carne. Esos si son cortes guevon.
En la carnicería el carnicero que me atendía era un bacan, el me "regalaba" siempre dos o tres chorizos "del chef (bueno, del carnicero)" cuando yo iba a comprar la carne, ese man me encimaba los dos chorizos con un orgullo hermano, que tiene que ser uno un hijueputa para decirle "no, tranquilo". Hermano, los doble hijueputas chorizos mas malucos del mundo, pero yo no era capaz de no recibirselos, tampoco era capaz de que alguien mas en la casa (mi esposa o una visita) se los comiera, es que eran muy malucos y me daba miedo la enfermada de alguna persona amada, asi que me los comia yo, eso se me convirtio en algo asi como un ritual de sanacion, era yo ante ese hijueputa chorizo tan maluco hermano comiendome eso. Pero bueno, en la casa me relevaron de la funcion de ir a la carniceria, tremendas cabezeadas me metia ese man por mi incompetencia, ya no mas chorizos de esos, ahora mi vida es perfecta. Se que mi historia suena inverosimil, es decir, ¿como puede saber maluco un chorizo?, pero si, en esa carnicería lo lograron.
Con la comida en Medellín pasa una cosa charra y es que toda la comida se adapta al gusto paisa. Lo que dice Maggie es más o menos cierto, a las nuevas generaciones les gusta probar distinto, pero que sepa igual: les gusta torcer la boca para decir que fueron a comer a un restaurante thai, pero que la comida no pique, o a uno japonés, pero sin el wasabi, o carne argentina, pero bien asada, porque carne azul ¡gas!
ResponderEliminarPor ejemplo, con todos los restaurantes mejicanos que hay en Medellín, si uno quiere que la comida pique tiene que decirlo. Vos que estás en Méjico, Sebastián, sabés que el picante es parte integral de muchos platos mejicanos, no un ingrediente extra, pero en Medellín si servís un burrito con el jalapeño adentro el cliente se emputa y lo devuelve: "¡porqué no me dijo que picaba!", lo mismo pasa con todo.
El fondue es de acá, o bueno, los suizos dicen que es de acá y los franceses que de allá, pero en todo caso, el fondue sólo es queso con pan. En Medellín vi que se lo comen hasta con tierra, los he visto pasando embutidos, champiñones, verduras y mil maricadas por el queso derretido, y estoy segura de que eso es una adaptación paisa al asunto.
Ni JuanDavid ni vos mencionaron el tema del sushi, que también es conversación migratoria en la ciudad. Una amiga japonesa que vivía en Medellín cuando yo también estaba allá (para acordarme de su nombre me grabé sacamoco, porque sonaba parecido, pero había que cambiar una consonante, pero ya no me acuerdo de cuál es la letra que hay que cambiar), a ella le encantaba el sushi paisa porque incluye aguacate y plátano maduro, pero me decía: sabe muy rico, pero eso no es sushi, el sushi es más aburrido que esto.
A mí no me parece una cacorrada comer distinto, al contrario, me gusta probar de todo y he tratado de hacerlo cuando he podido, pero estoy de acuerdo Sebastián con que lo nuevo que uno prueba no demerita lo propio. Yo acá lo más gourmet que puedo preparar es un sancocho de pollo: con lo que cuestan la yuca, el plátano y el aguacate, el plato me resulta más costoso que una big mac en Medellín.
Ah, disculpá la extensión, pero estoy también de acuerdo con que es una valiente pendejada en Medellín dejarse deslumbrar por lo más redneck de la cultura gringa, como hooters, hard rock cafe, blockbuster o ¿Starbucks? por favor, quién quiere cambiar un tinto en Colombia por una de esas toneladas de café que sirven en starbucks.
jajaja, qué risa eso de "paisizar" las comidas, fui a un restaurante de comida italiana, no de italianos, y había un plato que era pasta con fríjoles. ah?
ResponderEliminarHey!
ResponderEliminarNo saben que alegría me da que todos participemos de estos debates efímeros. Que bueno Mónica Palacios que hiciste una entrada. Lo de la extensión no te preocupés. Da mucha alegría tener cosas que leer.
Claro lo del sushi, perdón si empleo un barbarísmo, pero fue algo migratorísimo, una conversación con alas de colibrí, se escapó también al igual que la de los martinis y la de los loft(s). Pero lo del sushi "apaisado" no es sui-generis de Medellín. Aquí en el DF, y es dizque el restaurante japonés más reputado de toda la ciudad, sirven sushi con Jícama, con Chilacayote y con Chabacano... frutas autóctonas. Dicen que el de Jícama con Salmón es "una fiesta de sabores en tu boca". Habrá que probarlo.
Pero sí, tenés razón. Ese drama con el picante en los restaurantes donde sirven comida "mexicana". Pues imagináte...dizque burritos con chicharrón... Aquí para encontrar un burrito en el puesto más callejero se necesita de un milagro, porque eso es un invento gringo, y el chicharrón de la comidad "mexipaisa" es el chicharrón normal, el de los fríjoles, el que tiene patas, grasita y cuero (y a veces pelito). El chicharrón de acá es el simple cuero del cerdo tostado, osea lo que nosotros conocemos como chicharrín. Bueno, pero si, es apaisado el asunto mexicano en Medellín, pero a mi me supo bueno, no más porque ya sin picante no puedo vivir, y el ají de las empanadas es solo una caricia en la boca.
Márgara lo de la "paisización" de la comida, innegable.
Juan David:
Claro, el rey de los cortes es el chicharrón. No sé vos dónde vivás pero si vivís por Laureles, ahí como cerca del EXITO hay una carnicería/legumbrería que se llama "Los Díaz", son como una familia. Parce, los chorizos y la morcilla de allá... jueputa. Describirlos es limitarlos güevón, que hijadeputa delicia. Preguntá y verés.
No tengo ni idea las razones por las que me molesta un poquito la exquisitez, he pensado en eso y no se. Yo debería entender el porque, finalmente mi odio contra esas cosas es una obsesión y por lo menos debería tratar de comprender las razones. Pero nada, no tengo ni idea porque. Es decir, a mi la comida elegante no me ha hecho nada, por lo tanto he sido injusto con ella.
ResponderEliminarPero a pesar de lo irracional sigo en pie de lucha, es que no se imaginan mi obsesión con eso, es que yo ni siquiera soporto una salsa o ingrediente que no se consiga en la tienda de la esquina, cualquier cosa que este en la sección de importados me da rabia. Y dudo mucho que sea nacionalismo, aunque es posible, a la final soy simplemente lo que llaman un facho.
Tal vez es porque en la casa de mis tíos con billete había un millón de frasquitos con nombres raros que ellos decían con cierto orgullo "pasame la salsa yo-no-se-que-putas". Pura envidia la mía, no le hace. El tonito como dice Margarita.
Donde yo trabajaba conocí un puertoriqueño que me contaba que en la USA estuvo encanado por drogas, el me contaba que los italianos aun en la carcel comen muy bueno, que el les conseguia los tomates con la que ellos hacian la salsa, "y ellos me daban la comida a cambio, imaginate, yo en la carcel comiendo home-made". Asi me decía, esa historia debe ser pura mierda, ese puertoriqueño era bacano, tengo que contarles de el, un personaje.
Hacia rato no me reía tanto leyendo un blog. Así es, en Medellín somos (me incluyo) snobistas, arribistas, chicaneros, megalómanos y por supuesto tercermundistas, aquí todo lo extranjero descresta y de que manera. Y sí, que gran cacorradas, el man de Hooters se pasó de cacorro,no pues que caché, que exclusividad ir a Hooters del Parque Lleras (que ya es el sitio de moda para grillas y pillos de toda índole), a ver un montón de grillas bailando y haciendo bulla por cualquier ocurrencia extraña del comensal. Eso es chibchombia.
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