Pocas cosas en el mundo no son una convención, entre ellas, el Tiempo.
Sí, el Tiempo con mayúscula -no el periódico ese-, el Tiempo del que habló Cipolla y que preocupó tanto a Agustín de Hipona.
Ya quisiera yo tener a la mano todas esas consideraciones filosóficas que han girado en torno al tiempo. Las filosóficas y las de corte científico, esas que hablan sobre las contracciones del Tiempo, la elasticidad del Tiempo, su expansión. Ya quisiera yo saber de todo eso.
Para mí siempre será un misterio el porqué el tiempo se contrae cuando uno ha vivido feliz. -San Fernando dice que uno debe ser feliz sin darse cuenta-. Todo pasa con una rapidez absurda cuando uno está feliz, cuando está alegre. Las mejores fiestas, los mejores conciertos, las mejores noches de pasión y los mejores parches con los amigos se acaban rapidísimo. ¿Porqué?, ¿porqué eso no dura como uno quisiera? ¿porqué esa brevedad?. Yo creo que si uno fuera feliz en la cárcel estar encerrado no sería tan maluco porque el tiempo se iría rapidísimo. Pero uno aburrido, comiendo mal, viendo las mismas caras, los mismos espacios, ahí si que el tiempo debe expandirse y que uno debe empezar a maldecir.
Los últimos cinco años de mi vida, se me han ido volando, pero volando en concorde, rapidísimo, como el corazón de un colibrí. Sin duda es que lo he pasado muy bien, creo que he sido muy feliz y que he conocido y aprendido muchas cosas y mucha gente queridísima. Pero dice el viejo dicho que no hay día que no llegue, ni plazo que no se cumpla.
Desde los primeros días de septiembre apenas vengo masticando un bocado difícil de tragar. Difícil porque es algo que partirá mi vida, no una nueva página, más bien un nuevo acápite, en ese libro que termina siendo la vida de cada uno. Llegó la hora de decirle adios al país en donde vivo. Adios a la universidad, adios a mi colonia, adios a mi delegación, adios a mis amigos, adios al Defectuoso (como cariñosamente se le llama a México DF). Me voy de aquí.
El asunto es que participé en una convocatoria pública de méritos en Medellín y me la gané. Voy a ser profesor de Historia Colonial de América Latina en el departamento de Historia de la Universidad de Antioquia. Por eso volveré a Medellín.
Eso del regreso (que ya está absolutamente decidido) me tuvo pensando y pensando mucho, ustedes son testigos, por eso la encuesta que les hice. Yo honestamente no tenía esto dentro de mis planes del futuro cercano, todo fue muy rápido y yo juraba y recontrajuraba que no iba a pasar esa convocatoria porque había muchos candidatos de muchísima más experiencia que yo y mayores, gente entre los 35 y los 40. Pero pasé, saqué el puntaje más alto de todos. Pero les juro que yo juraba que no, que eso no era para mi, que mi proceso había sido muy regular, que la otra gente lo iba a hacer mucho mejor que yo. Por eso me quedé tan estupefacto con la noticia y por eso no he podido terminar de digerir el bocado. Ahora me llaman de la universidad y preguntan si se encuentra "el profesor" Sebastián Gómez...
Pero vuelvo a lo del regreso. Cuando me dijeron que yo había sido el que había clasificado me dieron nauseas. Yo no sabía que hacer, se me pasó todo por la cabeza. Es que cinco años, son cinco años. Uno se mete unas apegadas absurdas a los lugares a donde llega a vivir. ¡Pero claró!, ¿cómo no?. Si yo en México soy como Juanito Alimaña, que: "nunca ha trabajado y siempre anda bien bonito". Lo de "bonito", es por decir, no me paren bolas. He tenido una beca durante 60 meses, y una beca buena, que me sobra hasta pa' los chicles. Es decir, yo aquí sólo estudio y voy a fiestas y a conciertos. Así vivo yo. ¿Y quién no se apega a esa vida y al país que le ha dado eso?. Yo me apegué, me encariñé, me quedó gustando. Pero le dije todo eso a mi tutora de la tesis y me dijo: sí, estoy de acuerdo contigo, pero no te puedes quedar siendo estudiante toda la vida. Y eso me dejó pensando más y más. Y ella tiene razón. Está bien. Yo podría quedarme en México que es el país que yo más quiero en el mundo. Pero ¿cuándo se acabe la beca qué hago?. Buscar trabajo, no puedo. No tengo papeles para trabajar. El nivel de competencia aquí a nivel doctoral es 7 veces peor que en Colombia. Y uno como extranjero, de que lo contratan, lo contratan, pero es como buscar trabajo de obrero sin tener brazos. Es un poco difícil la situación, más aún cuando uno está desempleado, cualquier país, por maravilloso que sea se debe convertir en el infierno. Además, está el temita aquel, el de la edad. Que mire, que yo ya no soy un cagón, dice mi santa madre.
Y bueno, se ha pasado rapidísimo todo esto. No puedo dejar de sentirme un poco triste cuando lo pienso, porque voy a dejar aquí unos años desproporcionadamente fantásticos que son lo mejor que el destino me ha dado. Pero también, me alegro porque voy a empezar de nuevo, porque voy a empezar de cero. Porque si bien voy a volver a mi ciudad, va a ser distinto. (extrapolándome con San Fernando, ni Medellín ni yo seremos los mismos) Voy a ser independiente, voy a tener un salario digno, voy a trabajar en algo que me gusta, voy a vivir en Medellín bajo otras circunstancias, y eso me parece chimba. Porque peye sería volver a la vida de antes, que no fue para nada aburrida, pero que para mi sería algo "contraevolutivo". Estoy feliz por eso, y por volver a ver a mis amigos y a conocer a unos nuevos.
Todo ha ocurrido muy rápido, una rapidez que yo no esperaba. Esta vida mía ha dado un giro extraño. Ahora estoy a la espera de que me digan cuando tengo que estar allá, y parece que será pronto, muy pronto. Y sí, enfrentaré esta nueva vida con mucha alegría porque al fin y al cabo, es la que yo escogí. Y cuando esté viviendo solo, en algún apartamento, les prometo que haré una fiesta. Habrá fondiú, vinotinto y tertulias literarias temáticas: empezaremos por Paul Auster y "la emergencia del individuo en las urbes de la
East Coast" después habrá sesión de DJ's y seguiremos con tragos más fuertes. Lo prometo.
Y eso sí, espero que todos vayan.
(Y de nuevo perdón por lo catártico que suela ser en este Bló)