Cuando uno entra a estudiar una carrera del área humanista-social, suele inscribirse medio enceguecido. Digo "suele", porque hay gente que entra segurísima de que lo que quiere es leer mucho, escribir, o simplemente curtirse de cosas "haute couture" y alcanzar niveles de erudición que por lo menos den para conversar con una visita, o con los amigos (no humanistas) por allá en CarlosÉ, o en el Guanabano, o en el Parque del Poblado, o si se es más
warrior en el Parque Obrero de Itagüi.
Yo estudié con mucha gente así, que leían y leían cosas, y creo que eran pocas las oportunidades en las cuales entendían algo. Osea, me refiero a gente que se la pasaba en unas escaleras leyendo cosas de Heidegger, de Deleuze (Mil mesetas, claro está, Antiedipo, claro está), y por supuesto, cómo no, del señor más leído en el universo humanístico-social del mundo académico-post-adolescente. Michel Foucault.
Muchos conocidos, que ya desconozco, han leído cosas de él. Vigilar y Castigar, Historia de la Sexualidad (I y II), Genealogía del Racismo...En fin, todo el sartal de libros de este autor que recomiendan muchos profesores durante la carrera. Yo lo leí, pero la verdad es que no comprendí muchas cosas, más bien lo que comprendí, fue porque otro profesor me lo explicó muy bien. Pero como que muchos compañeros míos lo han leído y lo han comprendido muy bien.
Ahora, donde estudio, los ecos foucaultianos son más bien pocos. Porque aquí no lo leen mucho, no importa mucho que digamos, se cree más en la empiria (empiria anglosajona, claro está) que en teorías muy elaboradas y teñidas de rectitud política. Leyendo hoy una entrevista reciente que le hicieron a otro profesor italiano, muy famoso e infinitamente más divertido, inspirador, y educativo como Carlo Ginzburg me encontré un parrafito que no vacilé en mandarselo por mail a varios "conocidos", ex-compañeros de la universidad, quienes hoy por hoy hacen parte de la inmarcesible pléyade de la intelligentsia parquepobladina. ¿El resultado? Pues casi me mandan echar sacol en el pelo, hasta uno me insultó diciéndome: "¡Madure a ver, mariquita!". Pero bueno, yo pensaba simplemente debatir en términos sanos y amistosos sobre las orientaciones espistemológicas de las escuelas donde nos hemos criado. Escuelas periféricas donde todo nos llega "de oídas". Que risa la gente que se casa con esas teorías y las acepta como si fueran un dogma, una verdad revelada e inamovible, llegando a insultar al humilde prójimo y burlándose de aquellos que no asimilamos del todo la(s) microfísica(s) del poder.
Así pues, que dejo a quien quiera leer algo interesante estos rengloncitos transcritos de una entrevista al padrino de Menocchio...enjoy it!:
"Personalmente él (Michel Foucault) era extremamente agresivo –de hecho la persona más agresiva que conocí–, y egocéntrico de un modo maniático, lo cual le permitía vender su propia imagen con gran eficiencia. Recuerdo estar una vez en un café de París conversando con E. P. Thompson y por algún motivo comenzamos a hablar de Foucault. Entonces Thompson dijo algo que pensé que había oído erróneamente: «Foucault es un charlatán». Pedí que lo repitiese, tal era mi sorpresa, y era eso mismo. Estoy de acuerdo que seguramente había mucho de charlatán en Foucault, pero no sólo eso. Mucho de su obra –la parte de la retórica vacía–, realmente desaparecerá. Se ha escrito ya sobre él mucha basura así como elogios exacerbados hechos por sus seguidores que solamente contribuirán a despreciarlo. Ya es hora de que alguien libere a Foucault de esa ridícula idolatría". -Carlo Ginzburg-
Entrevista concedida en 2005 a una periodista del diario Folha de Sao Paulo.